Presunción de inocencia

Después de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña -en vía de recurso- que absuelve al futbolista Alves de un delito de agresión sexual que lo condenaba a cuatro años y medio de prisión, la vicepresidenta Montero ha afirmado que es una vergüenza que la presunción de inocencia se ponga por delante del testimonio de la mujer víctima. Este aserto es tan grave que requeriría la inmediata rectificación y petición de disculpas por haberse dejado llevar por el fragor del momento mitinero.

La presunción de inocencia en la Justicia Penal es la que diferencia una democracia del totalitarismo, el Estado de Derecho de un régimen autocrático, el sentido común de la arbitrariedad y la libertad individual de la opresión; es la columna vertebral del sistema constitucional que garantiza los derechos civiles básicos y permite que no nos convirtamos en un régimen parapolicial.

Siguiendo el razonamiento de la vicepresidenta, si no cabe la presunción de inocencia antes que el testimonio de la víctima, ¿para qué un juicio? ¿para qué unas pruebas y un proceso con las garantías debidas? Bastaría el testimonio de la mujer para una condena sin más, una justicia de autor según el género.

El Tribunal ha puesto de manifiesto una doctrina consolidada, la de la credibilidad objetiva, la subjetiva y la persistencia del relato y concluye que éstos no se daban en este caso. ¿Porqué cuestionar al Tribunal sin más? Por pura ideología y una concepción equivocada de la democracia.

Afirmaciones como estas deben poner sobre aviso a todos los ciudadanos -al margen de su opción ideológica- de lo necesaria que es la separación de poderes, lo vital que es alejar al poder político del poder judicial y cuidarse del Estado que invade los derechos individuales hasta extremos intolerables, como presumirte culpable por tu género.