El parqué
Jaime Sicilia
Incertidumbre
Atribuyen a José Martí, poeta español de la provincia de Cuba, la famosa frase sobre los encargos que debiera cumplir toda persona en la vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Estas metas se consiguen por muchos, aunque sus vidas sigan como halo de monotonía.
Otra cosa relevante sería inventar una palabra. Un neologismo, un término sentencioso que defina algo sin palabro hasta entonces y, que a partir del nuevo término, quede bautizado. Los inventores de palabras como “alien” o “perreo” se han visto recompensados con el ingreso en el diccionario de la lengua. Otras palabras, sin embargo, son expulsadas por desuso. Zozobrante, desamigo o cuñadez han sido condenadas, lastimosamente. Aunque la cuñadez era previsible.
Muchos de estos neologismos surgen por composición, es decir, por unión de otras que ya existen. Pongamos un ejemplo que venga al pelo. Conocemos la palabra urdir, del latín “ordiri” que significa tramar una intriga. Y, también sabemos del término pudrir, del latín “putrere” que nos evoca a la descomposición de la materia orgánica. La putrefacción suele tener lugar por enfermedad o abandono. Pero cuando la pudrición es consecuencia de una trama o de una intriga no hay vocablo que envuelva tan malévola putrescencia.
La putrefacción se asocia con la materia orgánica, aunque metafóricamente puede referirse a cualquier cosa molesta o que causa impaciencia. Se dice que lo podrido está corrupto y al cadáver íntegro se le llama incorrupto. Así nació el reciclaje, poniendo lo corrupto con lo corrupto y lo incorrupto con lo incorrupto.
Y ya tenemos palabro. ‘Pumpir’, un verbo compuesto de urdir y pudrir que significa tramar podredumbres con intriga. Completan sus formas no personales ‘pumpiendo’, como gerundio y como participio, ‘pumpido’.
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