A rienda suelta
Francisco Reinoso
Putativo
In & Out
Miércoles por la tarde. En plena ebullición periodística, un murmullo incesante hace imposible trabajar en la redacción. Algo ha debido pasar. Risas, carcajadas y una expresión de asco se vislumbra en algunos rostros. "¿Qué ocurre?", pregunta una compañera. "¿Has visto lo de la rata?", le responden. Ni lo ha visto ni lo quiere ver, dice que esos bichos le producen repulsión pero, como la curiosidad mató al gato, no puede evitar bucear por internet hasta encontrarlo. No le cuesta trabajo. No ha terminado de escribir en el buscador la palabra rata y ya tiene la respuesta: Rata alcantarilla. A continuación, tropecientos enlaces a distintos medios en los que se desarrolla una noticia con el siguiente titular: "Un grupo de bomberos rescata a una rata atrapada en una alcantarilla".
No hubo medio que no se hiciera eco del suceso. A medida que avanzaba la tarde, más información había sobre el roedor y su pequeño percance. Resulta que Ratatouille (en honor a la película infantil) andaba pasada de kilos (en algunos medios se podía leer: la rata con sobrepeso) y en una de sus salidas al exterior quedó atrapada en una de las rendijas de la alcantarilla. Un señora que pasaba por allí vio la angustia en sus ojos y llamó a los bomberos. Cinco minutos de vídeo y lo curioso de la hazaña -que por cierto, ocurrió en Alemania- convirtieron este hecho en algo viral, en redes y en medios.
Mismo miércoles, esta vez por la noche. En casa solemos cenar con el telediario y dejamos que nuestras conversaciones eclipsen a los titulares. Pero hay uno que capta por completo mi atención: "Rescatan a una niña en Siria que estaba abrazada a su hermana muerta bajo los escombros". Busco en internet pero el autocorrector no es tan rápido como con la rata, miro en redes y nadie ha hecho viral ese contenido, a la mañana siguiente, durante el café, la rata comparte el desayuno con todos los del bar. ¿Y la niña? Tuvo sus 20 segundos de gloria en el informativo y con eso fue más que suficiente. El angustioso vídeo de su rescate continúa colgado en la red. ¿Las visitas? Se cuentan con los dedos. Cosas que pasan cuando las problemáticas de occidente -ridículas hasta decir basta- prevalecen por encima de cualquier asunto, cuando de tan privilegiados nos volvimos gilipollas y pusimos por delante de los derechos humanos los sentimientos de una rata.
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