El parqué
Caídas ligeras
El final del mes de noviembre nos trae cada año la festividad de San Andrés. Un buen momento para recordar algunos hitos de su culto en la ciudad.
Por Romero Bejarano poseemos noticias sobre dos cofradías que de manera sucesiva lo tuvieron como titular en el XVI. La primera, con sede en la iglesia de Santiago en las primeras décadas de ese siglo, no llegaría a tener mucha continuidad en el tiempo. La segunda, con fundación en el convento de San Francisco en 1585 e integrada originariamente por el gremio de toneleros, terminó convirtiéndose en la hermandad de Jesús Nazareno. Una entidad, esta última, que con todos los matices legales que queramos poner, se ha mantenido viva hasta la actualidad y ha conservado la veneración a San Andrés.
En sus años iniciales contaron con una talla realizada por Hernando Lamberto. Teniendo en cuenta la discreta calidad que manifiesta casi toda la obra conservada de este escultor holandés afincado en Jerez por esos años, esta primitiva imagen resultaría un siglo más tarde, dentro de un pleno barroco, poco apropiada a los gustos estéticos entonces predominantes. Así, aprovechando la renovación arquitectónica y decorativa que sufre el convento franciscano hacia finales del Seiscientos y principios del Setecientos, encargarían una nueva pieza al más afamado imaginero de la época en la zona, Ignacio López, que una vez más volvemos a citar. Sin duda, debió de responder a las expectativas de expresividad y movimiento que se podría esperar de su autor, como se ve en su gesticulación y en sus vibrantes ropajes.
No muy lejos de la presente sede de la hermandad, San Juan de Letrán, una plaza lleva el nombre de San Andrés. Esto ocurre desde 1788, cuando se pone en la esquina de una casa una representación hoy perdida del apóstol, patrón de Escocia, tierra natal de su propietario, el bodeguero Roberto Gordon.
También te puede interesar
El parqué
Caídas ligeras
Desde la espadaña
Pintar la Navidad
Desde la ciudad olvidada
Navidad genovesa
Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La financiación autonómica, ¿Guadiana o Rubicón?