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En su obra filosófica más famosa, "El sentimiento trágico de la vida", Miguel de Unamuno reflexiona sobre el sentido de la existencia y la inmortalidad del alma. El libro, un verdadera obra ontológica es de una densidad abrumadora y leerlo, para mí, no se tradujo en gozo, ni tampoco en reflexión. Quizá, lo que pude extraer de su lectura fue que creer en el resurrección es sinónimo de felicidad y ser cientificista, racional es sinónimo de escepticismo y de duda. En uno de sus capítulos, Miguel dice que los teólogos católicos que defienden la inmortalidad de alma y cuerpo en el fondo actúan como abogados porque argumentan su teoría (que no pueden probar empíricamente) como defensa de su hipótesis convencida. La convicción que tiene el abogado es tanto de él como un objetivo del propio abogado hacia el jurado o juez al que quiere dirigirse. Mientras que los científicos racionales son los padres de la duda y vivir desde la ciencia, el materialismo y el cálculo existencial es sinónimo de escepticismo y tragedia: "sentimiento trágico de la vida".
Su argumento descansa en la incerteza, la duda y el final de todo después de la muerte : el amor es un invento del hombre que como surge muere.
Tras leer la comparativa que hace Miguel de los teólogos con los abogados surgió en mí el ser jurídico que llevo dentro y pensé en contrargumentar, desde mi humilde visión de las cosas, la tesis unamuniana que (por "unamuna-nidad" y no por unanimidad) tiene cabida en tantos círculos intelectuales, a través de este escrito.
Ignorante yo, lo único que sé de filosofía es por las lecturas de ensayos y libros de historia de filosofía puntuales, jamás estudié la carrera aunque me encantaría tener tiempo para hacerlo.
Como en el fondo siento que hablar de filosofía (hablar desde el academicismo) es decir lo mismo pero con otras palabras, recurriré a la belleza poética y a las sabias enseñanzas de un pensador argentino para formular mi modesto alegato.
Se descubre en determinados comportamientos de una parte de la sociedad actual un estilo de vida cientificista y materialista (en cubierto) que mide o vive la vida a través de ese espíritu escéptico que, como si fuese una fórmula matemática, desacraliza, desmitifica y desnaturaliza la belleza propia que la vida siempre llevará consigo.
Y eso, a la postre, seca las fuentes de cualquier tipo de entusiasmo o inquietud creativa.
"Todo es mentira, todo es mentira, nada tiene sentido..." dice el espíritu materialista...y esa cantinela es la defensa acérrima de varios grandes influencers filosóficos de hoy.
Como si de una fórmula matemática se tratara, que al final no es sino el resultado de la suma de conceptos, intentaré ahora crear la mía en favor de mi argumento.
El primer concepto es un verso de la canción "Cuando se dice adiós" de Jaime Dávalos y Eduardo Falú: "el que ama no puede morir", esta frase, más que un principio que puede ser contrastable a través de un tratado de filosofía , es una realidad vital "un imperativo categórico" que se de-muestra con la propia existencia.
Y aquí si opera la experiencia sabia de la vida porque la persona que ama, resucita, re-suscita (re-surge) en sus actos, no muere nunca.
El segundo concepto es el último verso del famoso soneto de Lope de Vega, "Esto es amor, quien lo probó lo sabe" o lo saborea. Saber y sabor proceden de la misma raíz etimológica. Eso es una certeza como la copa de un pino. Porque quien ama, nace y conoce y co-nace, nunca muere, sabe y saborea todo lo que la vida ofrece y vive en la magia de este regalo que es la vida.
Por consiguiente: (Quién ama) + (porque lo probó) + ( lo sabe ) y (no puede morir) = el Sentimiento Mágico de la Vida.
El sentimiento mágico es una expresión a la que aludió Ernesto Sábato en una entrevista en contraposición del sentimiento lógico imperante en el mundo desarrollado propio del iluminismo racionalista y científico tan en boga desde la revolución francesa.
Ese sentimiento mágico para él sería lo propio del arte que surge del inconsciente humano "los sueños no progresan", decía Sábato, a diferencia de la ciencia que sí progresa o evoluciona porque pertenece al consciente humano.
Me he dado cuenta de que he sido, sin pretenderlo, igual de denso que Miguel mencionando al inconsciente, el iluminismo y las fórmulas matemáticas...así que para terminar y poetizar mi argumentario cantaré ese famoso verso de Juan de la Cruz sobre el amor que me regaló mi amigo asturiano, Fredito, que con cariño un día me dijo: "el alma más vive donde ama que en el cuerpo donde habita".
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