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En los ochenta, Puerto Real apostó por el baloncesto de primer nivel y organizaba torneos amistosos que servían a selecciones y equipos como preparación para competiciones oficiales. Creo recordar que era un preparatorio para las olimpiadas de Los Angeles 84, en la que finalmente la extinta Unión Soviética no participó por cuestiones políticas y España dio la campanada con su plata.
Aquella selección rusa, tenía como gran estrella a Sabonis, pero como principal atracción a Tkachenko con sus 2,20 de estatura y tremenda envergadura. Como en aquel tiempo no había ni móviles, ni internet, solo nos enterábamos de lo que pasaba por los medios de comunicación o por el más tradicional boca-oído. Recuerdo que eran mis tiempos del Coloma y allí por lo visto todos habían visto por el centro de Jerez a los gigantes jugadores rusos. Un amigo me llegó a decir que había visto a Tkacheko entrando en Simago, agachando por supuesto la cabeza para poder entrar.
Aquel jugador básicamente se mantuvo en la élite haciendo un par de cosas, en defensa levantar los brazos debajo de la canasta y en ataque más o menos lo mismo pero en la canasta rival. Lo cierto es que es un análisis demasiado simple y exagerado, el ruso tenía un par de movimientos ofensivos y defensivos que le permitían ser determinante e influyente en los partidos.
Jugadores como Tkachenko o Romay, nuestro particular gigante de 2,13, hoy no tendrían con aquellas condiciones técnico-tácticas ninguna posibilidad de llegar a la élite del baloncesto profesional. Sin ir más lejos en la NBA hay al menos 6 jugadores de más de 2,20 que corren, driblan, pasan, tiran de 3 y son capaces de desempeñar roles determinantes muy alejados del aro. En dicha evolución han influido múltiples factores, tales como, aspectos de la formación deportiva desde pequeño, nutrición, preparación física, seguimiento médico, material deportivo y muchos más. De hecho , la propia evolución del juego ha obligado a estos gigantes a convertirse en el tipo de jugadores que son para poder tener hueco entre los mejores de este deporte.
Yo puedo asegurar que no vi a Tkachenko ni entrar ni salir de Simago, pero con certeza puedo asegurar que aquellos gigantes fueron determinantes e influyeron en el desarrollo del juego. Cada época tiene su impacto en la siguiente, pero precisamente por ello no debemos caer en el fácil y típico comentario de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Claro que era mejor porque nosotros teníamos treinta o cuarenta años menos, pero nuestro deber es dejarle un mundo mejor a la gente joven que no suceden. Sin olvidar que si hoy hay algún aspecto peor que en el pasado, la culpa mayormente es de los que somos mayores, si no, miremos a nuestro alrededor: ¿Quiénes son los corruptos? ¿Quiénes están ordenando las guerras? ¿Quiénes incitan al odio? Simago era de otro.
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