A rienda suelta
Francisco Reinoso
Putativo
Tribuna Económica
La reforma de las pensiones en Francia propone, como todas, retrasar la edad de jubilación, pero una contrapropuesta del Lab de la social-démocratie, en l´Obs (11 de enero), considera ocupaciones que exigen especial esfuerzo físico, años cotizados, esperanza de vida, o cuantía de la pensión. Habría que añadir las circunstancias de cada uno, si tiene otras rentas, o necesita seguir trabajando, pues hay quienes anhelan que llegue el momento, y quienes quieren ejercer su derecho al trabajo, prolongando la vida laboral. En España el Constitucional no reconoce este derecho cuando se ha pactado entre empresa y sindicatos que la edad es una obligación; las empresas no quieren trabajadores mayores, y los sindicatos tienen la vana esperanza de que se libere empleo. Peor todavía es que pintores, escritores, o cualquiera con un oficio en que se sienta cómodo después de los 65, vea amenazada su pensión, un derecho para el que ha cotizado, si trabaja, cobra y tributa; es algo injusto, pero ningún partido se atreve a defender pensión y derecho al trabajo. En el libro de Lynda Gratton Redesigning Work (Penguin), se señalan aspectos que pueden estar a favor de los mayores para trabajar a tiempo parcial como la flexibilidad y autonomía que son una tendencia social; la oportunidad de volver a trabajos con escasa oferta; y la experiencia de algunos empleados.
En España la población de más de 65 años supera el 19% del total y tiende a un 29%, principalmente mujeres, en lo que se conoce como feminización de la vejez. Según Eurostar las personas entre 60 y 64 años, próximas a la jubilación, son un 6,5% de la fuerza laboral, y las que pueden empezar en unos años, y tienen entre 15 y 19 años, son sólo el 5,2%, con lo que potencialmente hay más gente que sale, que entra. En una nota de Vasco Botelho y Marco Weibler, para el ECB Covid-19 and retirement decissions of older workers in the euro area, se ve cómo en 15 años los trabajadores entre 55 y 75 pasan del 12 al 20% de la fuerza laboral; además de la legislación y participación de la mujer, está el hecho de que trabajadores mayores, vacunados, con buena salud y condiciones laborales, no han adelantado significativamente su jubilación por la pandemia.
Voy a Antequera al funeral de un buen amigo, Pedro Porras Soto, constructor con una visión siempre positiva, y cuando el sector flaqueaba construyó residencias para religiosas y restauró inmuebles; era de esos empresarios que además conocen el oficio -recuerdo que le gustaba la soldadura-, y escuchaba siempre al cliente, procurando adaptarse a lo que quería. Paseando por la ciudad, alegre tras una lluvia fina, viva pero sin el bullicio desmedido de algunas ciudades, y luego en el hermoso templo de la Santísima Trinidad, recordé a otro antequerano amigo, José Antonio Muñoz Rojas, del que tomo unas palabras de su libro Amigos y maestros (Pre-Textos), cuando dice de una persona que: "Pertenecía a la casta de aquellos andaluces poco estentóreos, de muy guardada intimidad, con una atención siempre cortés y pendiente de lo ajeno". Así era Pedro. Su mujer Carmen, sus hijos Lidia y Pedro David, tienen el consuelo de la memoria de alguien bueno, con una deferencia genuina hacia los demás, siempre fiel a sus ideas.
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