El parqué
Álvaro Romero
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Tribuna libre
Cuando las únicas guerras que debiera estar librando nuestra Europa son contra la pandemia, el cambio climático o las desigualdades sociales, un tarado con ambiciones napoleónicas nos devuelve a una Europa que pensábamos que ya estaba superada, la de una bota que pisa sin empatía alguna los derechos de las personas a la convivencia pacífica. Putin nos impone la ley del más fuerte con sus tanques, misiles y amenazas nucleares con la única decisión de su totalitaria voluntad y vuela por los aires la democracia, la diplomacia y el respeto a los derechos humanos. Las consecuencias ya son graves e irreversibles y serán duraderas en el tiempo, a algunos sectores económicos los dañará y a otros incluso los impulsará porque en las guerras también algunos ganan dinero, pero el nuestro, el turístico, lo sufriremos como ninguno, porque nuestra industria, la turística, es la industria de la Paz, que sólo germina y crece en la convivencia pacífica, en el respeto de los pueblos y naciones y en la empatía entre las personas . Nos podremos quejar infinidad de veces y con razón de alguno de sus aspectos menos positivos, pero no olvidemos que el turismo y sus valores económicos y sociales que nos aporta a las sociedades, son fruto de la paz que todos ansiamos.
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