Antonio Arcas De Los Reyes

Menos turismofobia y más sonrisas

27 de septiembre 2024 - 03:05

Hoy día 27 de septiembre. Es el Día Mundial del Turismo. El lema propuesto este año por la Organización Mundial del Turismo es fomentar el diálogo y resolver las diferencias entre las naciones mediante la comprensión y el respeto mutuo. Muy apropiado para estos tiempos que corren.

Después de más de treinta años, este año 2024, de repente, se ha descubierto que la masificación turística crea graves problemas y todos nos hemos familiarizados con el término turismofobia. Hemos comenzado a visualizar la reacción adversa de la población en contra del turismo.

Esto es un lío. No queremos turistas, pero de ellos vivimos. Nos gusta viajar, pero nos fastidian que lo hagan los demás. Nos quejamos de los rebaños de turistas sonrosados que nos restan exclusividad, comodidad y encanto a nuestros viajes soñados, siendo en ocasiones uno de ellos. Estamos cabreados, sin darnos cuenta de que los turistas a veces somos nosotros mismos, gran paradoja. Parece que olvidamos que nuestra economía se sustenta principalmente en la actividad turística. El último dato que tenemos de 2024 nos dice que el número de afiliados en las actividades turísticas aumentaron un 3,5% interanualmente, alcanzando un total de 2.904.908 afiliados a la Seguridad Social, continuando la tendencia de aumento interanual, que se inició en junio del 2021. Otro dato relevante es que los afiliados en actividades turísticas supusieron el 13,7% del total de afiliados en nuestro país. Igualmente es bueno recordar hoy que el sector turístico ha sido muchos años y sigue siendo el salvador de nuestra balanza de pagos, y del desempleo.

Tenemos la suerte que el boom del turismo no afloja y el sector acelera hacia otro año récord. Los turistas internacionales en los primeros siete meses del año han mantenido con un fortísimo crecimiento del 12% hasta marcar un nuevo máximo histórico, y el gasto total efectuado hasta julio se ha disparado a los 71.108 millones de euros, un 18,6% más, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), confirmando que el sector aún no ha tocado techo. Sólo en julio el país registró 10,9 millones de llegadas de turistas extranjeros, con un alza del 7,3%, y un gasto turístico total durante su estancia de 15.535 millones, con un incremento del 11,9% en relación al anterior récord del año pasado gracias en parte a la mayor afluencia de visitantes y al alza de los precios aplicada por el sector.

Recordemos también que el turismo el pasado año 2023 según las últimas cifras publicadas por Exceltur -este aún no hemos terminado- aportó a la riqueza nacional un 12,8 %, equivalente a 186.596 millones de euros, el máximo de la serie histórica, con lo que revalida su papel como motor principal de la economía española. Si no es suficiente este argumento para que no se siga con la tabarra de tantas publicaciones sobre la masificación turística, la saturación, fin de modelo, que moriremos de éxito…etc. Lo más preocupante es que, en la mayoría de estas actuaciones, destacan como común denominador la eliminación de la masificación y así evitar los graves problemas sociales. Pasando los ambientales a segundo plano a pesar de la tendencia marcada sobre la necesidad de destinos turísticos sostenibles.

Permitirme decir que más que imposible es muy difícil evitar la masificación, por dos razones claras: la primera, porque realmente no se quiere, ya que tanto quien debe y puede regular y ordenar no ponen ningún interés en ello; y la segunda, los mismos turistas en general visitantes a los destinos, pues no lo reciben aun como su problema. Es muy probable que esta situación no cambie en el futuro. Pues, aunque se prevé que el volumen de turistas va a seguir creciendo en un porcentaje elevado nos encontraremos que los problemas medioambientales será uno de los factores principales que desvíen estos flujos turísticos tan necesarios para nuestra economía, a otros destinos.

Para ir terminando nos preguntamos ¿Qué hacemos? ¿Debemos seguir creciendo de esta forma? ¿Hay que imponer límites al crecimiento turístico? Y ¿Quién impone estos posibles límites? ¿Quiénes son los responsables de conseguirlo? Seguimos mirado a otro lado, sin hacer frente a las desviaciones negativas como la inflación que conlleva el incremento de los precios en hostelería: la llegada de trabajadores de otras zonas, vivienda y otras distorsiones en la economía local. ¿Hay soluciones? Estoy convencido que sí las hay. Admitamos los problemas y debilidades existentes, pongamos a sumar voluntades, aumentar la capacidad de gobernanza, para encontrar los posibles caminos que nos ayuden a resolverlos con una hoja de ruta.

Termino con dos opiniones, una de Escarrer, CEO del grupo Meliá y presidente de Exceltur. “El problema no es el turismo sino el crecimiento descontrolado de los últimos tiempos”. Y la otra del ilustrado Séneca: “No hay vientos favorables para quien no sabe a dónde va”. Empecemos con una sonrisa al turismo.

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