Gumersindo Ruiz

La vivienda y los votos

Tribuna Económica

23 de mayo 2023 - 00:00

Con escepticismo leo el complejo artículo de Cifei, Tidwell, Sherwood y Jauregui, en el Journal of Real Estate Research, de cómo se relaciona el precio de la vivienda con los votos en las elecciones locales y generales. Encuentran que el aumento del valor de la vivienda se percibe como algo positivo e inclina el voto hacia el partido nacional que gobierna, siempre teniendo en cuenta otras variables de la economía y la tendencia hacia un partido. No recogen el problema de la vivienda en ciudades donde la dificultad de acceso por el elevado precio podría ser para algunos un motivo para votar en contra del que está en el poder municipal. En realidad para la mayoría de las familias el valor de su vivienda es irrelevante, y cuando suben los precios suben más las más caras, lo que dificulta vender para comprar una casa mejor, si no es con crédito o ahorro.

La vivienda es un derecho en nuestra Constitución, y aunque exige un esfuerzo personal que algunos están más dispuestos que otros a asumir, hay un 11% que la tienen por herencia o donación, un 3% cedidas, y un 6% con otras formas de disfrute –también hay alquileres generalmente entre familiares, por debajo de mercado–. La mitad de las personas de hasta 34 años ocupan la vivienda de sus padres, ante la imposibilidad de emanciparse, y cada año unas 170.000 viviendas se transmiten por herencia, que aumentaron en 30.000 más con la pandemia. En España el 64% de las familias viven en casas propias, de las que un 26% tienen hipoteca; en alquiler viven el 16% y en aumento, ante la imposibilidad de comprar; y en ciudades que atraen extranjeros el 56% suele vivir en alquiler, lo que presiona los alquileres. En un trabajo a publicar, la profesora Carmen Blanco de la UMA encuentra que la vivienda protegida no merece atención por los ayuntamientos, y siguen el ciclo de la vivienda libre pero a bajo nivel; cuando las condiciones económicas son favorables y por falta de oferta de vivienda protegida, las familias acuden sin remedio a la vivienda libre. Raros son los ayuntamientos que siguen una política y gestión constante, que requiere al menos 20 años, para crear vivienda en alquiler social. Con unas leyes u otras, el mercado que ahora impulsa rehabilitar y construir para alquilar a corto plazo no ha podido dar respuesta a estas necesidades, y algunos ayuntamientos han orientado el urbanismo a crear ciudades que son pretenciosos productos comerciales. Es difícil expresarlo mejor que Antonio Muñoz Molina cuando dice: “sin un grado decente de justicia social y de salud cívica la mirada estética sobre la ciudad sólo es un espejismo mentiroso”.

Y, sin embargo, qué importante es la casa, no sólo como abrigo material, sino como espacio interior desde el que se expresa la conciencia. Son palabras de Vicente Gallego, en una antología nueva del valenciano Francisco Brines, Por una ciega ley del corazón, editada por la Institució Alfons El Magnánim, y de la que tomo estos versos del poeta, cuya obra está tan vinculada a su casa de Elca: “De la casa me llaman y mi nombre/ mecido y amoroso se me queda/ dentro de mí. Hay luces en el campo./ El amor familiar, el buen amigo, /rocas, árboles son, que con el tiempo,/ crecen hasta los astros, ¿quién los quiebra?”

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