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Marco Antonio Velo
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Viernes 27 de noviembre de 1953. Jerez anduvo fuera de sí, de puro gozo. El Teatro Villamarta acogía el estreno nacional de ‘Pena, penita, pena’. Durante toda la semana los jerezanos no cupieron en su contento. El alborozo brotaba por doquier. La ciudad aceleró sus pulsaciones. La sangre corría al son de las coplas de la celebérrima folclórica. Si ya la presencia del empresario y productor de cine Cesáreo González significaría todo un espaldarazo mediático, qué decir de la visita -anunciada a bombo y platillo, incluso con caligrafía tan similar a la escritura de Rafael de León- de quien era paisana laureada de norte a sur y faraona de tronío sin rival ni parangón: Lola Flores. Jerez escribía una carta confesional sin renglones torcidos. Lola venía -regresaba- a su tierra. Y los vítores del patrimonio inmaterial se arracimaban como uvas en tiempos de vendimia. Ninguna negritud circundante pese a tratarse del mes de los difuntos. Sin embargo el evento entrañaba todo un tributo a la vida. Roberto Riba dialoga varios días antes con ManoloLiaño en un sereno paseo por la hoy calle Larga. Y confirma que no sólo se harán presentes Lola y Cesáreo, sino también Florián Rey, actor y director del séptimo arte. “A Lola se le hará en Jerez el recibimiento que merece”, apostilla. Lola ya era considerada entonces, con todos los honores, la embajadora por antonomasia de su bendita tierra.
El nombre de Lola brillaba en Jerez como el resplandor de treinta esmeraldas. Juan de laPlata, que en paz descanse, puso en negro sobre blanco el pulso, la temperatura ambiental en aras de tan anunciado acontecimiento: “Pocas veces vivió Jerez unas horas tan emocionantes como las que constituyen esta espera de la ciudad ante la llegada de Lola. Después de don Antonio Chacón y de Manuel Torres, no tuvo jamás Jerez quien lo representara en el mundo con más sal, con más majeza y con más arte que esta Lola Flores, embajadora por la gracia de Dios, del más genuino baile popular andaluz. Todas las conversaciones, todos los comentarios en la calle, en el café, en el tabanco, incluso en las reuniones de la familia, giran alrededor de Lola. Porque si el vino se llama jerez, la gracia se llama Lola. Lola tiene tanta gracia como arte en los pies, como brillo tiene en los ojos, como pasión hay en sus coplas”. Cuando Lola Flores llegó aquel viernes a Jerez, concretamente a la iglesia de la Merced, para depositar un ramo a las plantas de la patrona, junto a su madre y hermana, y comprobó la ingente cantidad de público que la aclamaba, no pudo por menos que romper a llorar…
Minutos más tarde se desplazó a la zona de Capuchinos. Allí fueron congregándose los señores Rivas, de la empresa Villamarta; secretario particular de Lola, Luis Gómez; LuisEscuín, del Cine Jerezano, así como otras personalidades. Tres coches de caballos antecedieron a Lola. En ellos, jerezanas vestidas de flamenca. Con la artista, y su familia, Cesáreo González. La faraona se deshizo en agradecimientos. Las lágrimas se derramaban por su joven rostro. Los ramos de flores sobrevolaban hacia las manos de la universal jerezana. Desde la entrada en la ciudad y hasta alcanzar la Merced, en gloriosa caravana, los oles y los vivas brotaban de las aceras como ofrendas verbales encendidas de entusiasmo. Lola había arrasado en el nuevo continente. Su fama traspasaba todas las lindes. En el libro de visitas de la Merced escribió lo siguiente: “Para mi Virgen Santísima, dando gracias por traerme ante Ella con salud a mi familia y a esta servidora. Gracias, Virgen mía. Lola Flores. 27-11-53. ¡Viva Jerez!”. El posterior desplazamiento hasta las bodegas González Byass fue calificado de paseo triunfal. Varios documentos así lo subrayan. Al alcanzar la entrada de González Byass Lola dijo: “Me parece que ya he llorado cuantas lágrimas tenía, pero aún asoman muchas a mis ojos cada vez que recibo el saludo de alguien o veo a esa multitud que me aclama”.
Por su parte, Cesáreo González no quiso silenciar su satisfacción: “Estoy acostumbrado a los homenajes a mis artistas. Tengo muchos motivos para sentirme orgulloso, hoy, en Jerez, pues me encuentro en el corazón de España. Es preciso recorrer el mundo para apreciar lo que Jerez hace por España. Incluso en los lugares más remotos de los cinco continentes se conoce a nuestro país por Jerez. Es bonito para un hombre que ama a España, que trabaja por ella, encontrarse aquí”. En las bodegas González Byass Lola Flores fue recibida por Manuel María y por Fernando González Gordon, por Luis Pérez Solero y altos directivos de la casa. Pasaron seguidamente a Villa Victorina, donde todos fueron obsequiados con un espléndido almuerzo. En la mesa presidencial se sentaron, a la derecha de Lola, Fernando González Gordon, Rosario Ruiz -madre de Lola- y el director de cine Florián Rey; y, a la izquierda, Cesáreo González y Luis Pérez Solero. Tanto Lola como Cesáreo ingresaron en la Orden del Tío Pepe de Oro, fundada para premiar y distinguir a cuantas personas destacaran en el ejercicio de su profesión. Esta doble incorporación se roció con el sol de Andalucía embotellado.
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