Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
En tránsito
Leo no sé dónde los lamentos de unos profesores de instituto asustados por un fenómeno que hasta ahora era casi desconocido: la aparición de adolescentes –y bastante numerosos, según dicen– que gritan “Arriba España” y hacen el saludo fascista en los patios. Y la cosa va en aumento, nos dicen. Por supuesto que no me hace ninguna gracia que ocurra una cosa así, pero me extraña que esos profesores se sorprendan por un fenómeno que se venía venir desde hace tiempo. “Para cada acción hay una reacción igual y en sentido opuesto”, establece la tercera ley de Newton. Y cuando dos objetos chocan, la misma fuerza ejercida por un objeto será devuelta por el otro objeto con la misma fuerza inicial. Es física, pura física. Y eso es lo que está sucediendo. Conviene recordar que la ideología progresista controla desde hace años la educación y establece el ideario de los centros públicos: feminismos, derechos LGTBI, igualdad, diversidad, compromiso social… You name it, como dicen los americanos. Los profesores, las juntas directivas, los inspectores educativos: todos deben ajustarse a este ideario (y el que no se ajuste tendrá que vivir en una especie de clandestinidad). Y esto, como es evidente, tiene sus consecuencias, hasta el punto de que ahora mismo no hay nada más punk ni más irreverente en los institutos que hacer el saludo fascista y gritar “Arriba España”. Es horroroso, claro que sí. Pero convendría recordar que hay gente que está muy orgullosa de saludar con el puño en alto y gritar “Puta España”. Y esa gente es la que está más cerca del poder.
Lo peor de todo es que el tablero político se está dividiendo en dos mitades simétricas ocupadas por los extremos. Y el centro político desaparece sin dejar rastro: es la horrible política de bloques. Lo estamos viendo en Latinoamérica, donde un sinfín de países –Chile, Colombia, Perú, Argentina, México, incluso Brasil– se hallan divididos entre dos únicas opciones: o las políticas caudillistas de extrema derecha o las de extrema izquierda, todas ellas populistas y demagógicas y muy poco respetuosas con el Estado de Derecho. Y por ahí anda Zapatero con su eterna sonrisa de hongo alucinógeno, por cierto.
En fin, parece que nos encaminamos hacia un tablero político dividido entre fichas blancas y fichas negras. O “Arriba España” o “Puta España”. Qué miedo.
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