Manuel Sotelino

Actividad cofrade

La Crestería

24 de julio 2022 - 05:00

En líneas generales el movimiento cofrade de un tiempo a esta parte no cesa en su actividad. No sabemos si eso es bueno o malo. Pero lo que sí no tiene discusión es que la memoria de actividades comienza cuando arranca septiembre con la Patrona y se aminora cuando pasa el pregón del Cristo de la Viga. Prácticamente doce meses menos alguna semana. El resto, hiperactividad cofrade. Entre eventos, estrenos, cultos extraordinarios, pasitos y salidas porque se cumplen veinticinco años de la reforma del cuarto de baño de la casa de hermandad, no se para ni un instante.

Sin embargo, esta hiperactividad tan incesante está acabando con muchas juntas de gobierno que no paran de preparar eventos, representaciones en mil procesiones, cultos de hermandades amigas y reuniones de oficiales. Para los más jóvenes, habría que decir que las casas de hermandad, los antiguos, las cerraban allá por el mes de junio una vez pasado el Corpus y no se volvía a abrir hasta la procesión de la Merced para pegarle un repasito a las varas. Los antiguos, cuando les tocaba estar en la junta, iban a la hermandad, si acaso, una vez a la semana y cuando comenzaba la Cuaresma era cuando se apretaban los machos. Ahora, un miembro de junta va solo los lunes a la hermandad y es tachado de falta de compromiso. No se entiende que la gente tenga otras obligaciones, familia o aficiones a las que también hay que atender. O estás o no estás. Pero si te quedas será con todo lo que conlleva el ritmo frenético que se impone.

En esto de las cofradías hay mucha gente ociosa y aburrida que no sabe qué hacer e intenta contagiar su ‘entusiasmo’ al resto de los hermanos. Los clásicos del verano han sido siempre la procesión del Carmen, el pregón de la Viga y la salida de Santa Marta por San Mateo. Ahora, miren la agenda y vean cuánto evento. Podría ser compromiso misional y afán por llevar la evangelización hacia adelante. Pero mucho me temo que todo esto es otra cosa. Son los síntomas de lo que algunos cofrades con otros ámbitos en la vida llamamos enfermos de cofradías.

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