Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
La Crestería
Jerez/TAMBIÉN existe la alternancia de ‘poder’ en las cofradías. Las hermandades vienen practicando la democracia desde hace siglos por mucho que les pueda pesar a unos cuantos se quieren hacer acreedores y poseedores de los más altos valores democráticos. Ya en el siglo XVI los hermanos se reunían en cabildo para elegir a sus representantes o mandatarios. Práctica que se viene desarrollando desde entonces para preservar las tradiciones porque ya sabemos lo que nos gusta conservarlo todo a no ser que se trate de borrar la historia y el pasado si no nos gusta.
Sin embargo, una cosa son las elecciones libres donde supuestamente el hermano vota libremente y otra muy distinta es la conveniencia de dos candidatos por no hablar de juegos fulleros como promesas fundamentadas en la nada o prebendas determinadas para captar el voto de un hermano que ciertamente en muchas ocasiones le importa poco la hermandad y le da igual votar a ‘pelé’ que a ‘melé’. Y no digamos cuando de una familia se trata. Semillero de votos a la vista.
Las tan deseadas nuevas normas diocesanas para las hermandades van a tener que detenerse en el capítulo electoral, pues no pocos han sido los desmanes que se han visto en algunos casos para elegir a un determinado hermano y proseguir con el control de la hermandad. Esto es así y es el ‘evangelio’ cofrade de cada día. Y casi diría que no cabe discusión.
Sin embargo, también ha habido alternancia en las hermandades. No todo es humo negro. Y la alternancia está muy bien porque proyecta nuevos rumbos, nuevos retos y nuevas fuerzas. Una de las mejoras que debería tener el nuevo ‘libro verde’ es que un determinado cofrade no pueda estar más de dos mandatos en una junta de gobierno. Las hermandades no son cortijos privados de nadie ni posesión de la verdad creada en algunas mentes que no tienen otras cosas en la que pensar. Al igual que ocurre en la Moncloa o en el Ayuntamiento de una ciudad, la alternancia es necesaria. Igual debería de pasar en ciertas cofradías. Si así fuese, otro gallo nos cantaría.
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