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Hacíamos mención a la caseta referencial de la peña taurina ‘La fiesta nacional’. En la Feria de 1952, y patrocinado por la casa Emilio Lustau, se celebró el último domingo, el de clausura y a las dos de la tarde, la Primera Gran Competición de Bebedores. ¿Por qué hoja se toma este rábano? Se trataba, como habrá adivinado el lector, de una competición. ¿De qué tipo? Pues de resistencia de bebedores. ¿Bebedores de qué? De Fino Jarana. Dos premios de 250 y 100 pesetas se otorgarían. A vista de pájaro de nuestro actualísimo 2024 las bases nos desvelan datos curiosos. Decían literalmente así: “1º) Podrán inscribirse en la caseta todos los que deseen participar en esta gran competición, cerrándose el plazo de admisión el domingo, a las doce horas. 2º) Sólo podrán participar seis bebedores, efectuándose sorteo en el caso de ser mayor el número de inscripciones. 3º) La competición dará comienzo a las dos de la tarde, con duración máxima de una hora. 4º) Las dos primeras medias botellas de Fino Jarana serán bebidas a gusto del concursante, utilizando el medio que desee. La tercera media botella será servida en taza y consumida a sorbos, utilizando para ello ‘pajitas de horchata’. La cuarta media botella será servida en plato y consumida a cucharadas. Y las demás… 5º) El jurado se reserva el derecho de alterar, en la forma que crea oportuno, estas bases, para el mayor realce y brillantez de esta original competición. Desde las doce a las dos tendrá lugar un concurso de bailes regionales, otorgándose valiosos regalos”.
Esta singular competición, y no precisamente por asociación de ideas, me sitúa en la escena de ‘La barraca’, de Vicente Blasco Ibáñez, que propició la agarradera -el garrotazo y tentetieso- entre Batiste y Pimentó. En la obra literaria la competición por el contrario era de aguardiente. La caseta de ‘La fiesta nacional’ despunta. La entrada de la misma mide 16 metros de largo por 5 de ancho. Imita la fachada una casa típicamente andaluza. Entra por los ojos. Imanta visualmente. Es agradable a la vista. El blancor de las paredes armoniza con el verde de las ventanas y la fuerza del rojo de los geranios. En el interior, un techo repleto de farolillos, a los que se suman seis mil flores de papel. Sus máximos responsables poseen criterio. Preside la peña Antonio Durán. Esta caseta propone además un programa que incluye el concurso de bailes tradicionales, la esperada buñolada, así como “la emisión taurófila”, la galopada fin de Feria y un notable almuerzo-homenaje al novillero jerezano Juanito Belmonte. Además, en el aspecto musical, contaron con la orquesta ‘Deux & Trois’. Dos y tres porque dos de sus componentes eran de Cádiz y tres de Jerez. Esta caseta es de tradición de primeros premios. El presidente se queja de la peligrosidad que entraña el efecto de los fuegos artificiales. Una varilla encendida puede hacer peligrar la seguridad del techo de las casetas. Por esta razón han tenido que asegurar la de su peña taurina por un valor de 60.000 pesetas.
La Feria de Jerez acogió el miércoles. 7 de mayo, entre otras muchas, una visita -de carácter particular y no oficial- de excepción. Para conocer esta fiesta jerezana, y procedente de Huelva, estuvo en tierra jerezana el ministro de Educación Nacional (lo fue durante el periodo 1951-1956) Joaquín Ruiz-Giménez. Décadas más tarde sería nombrado Defensor del Pueblo en los años comprendidos entre 1982 y 1987. Visitó Jerez acompañado de su esposa Mercedes Aguilar Otermín (tuvieron 11 hijos) y de algunos técnicos de su comité. Llegó a la ciudad a las ocho y media de la mañana. Oyó misa en la iglesia de Santo Domingo. Seguidamente, y acompañado por el prior de la comunidad, visitó el templo y sus monumentales claustros. La charla concitó expresiones admirativas. Tras el desayuno, se desplazaron hasta la Cartuja, en unión del gobernador civil de la provincia, el señor Cruz Conde, y el alcalde de Jerez -artífice de dicha invitación al ministro- Álvaro Domecq Díez. A continuación pisaron el Parque González Hontoria, que ya se encontraba animadísima de ambiente. Participó el ministro activamente en la Tómbola Jerezana de Caridad admirando a su vez la Exposición de Flores y Plantas, instalada en el bosque del Parque y que tanto atractivo y aplauso estaba desplegando entre propios y extraños. Finalmente se asentó la comitiva en la caseta Domecq. Allí brindaron con una copa de jerez. Ruiz-Giménez piropeó el incomparable marco de esta Feria. A las once y media de la mañana tomó camino de regreso hacia Málaga para almorzar en Marbella.
La Exposición de Flores y Plantas hizo las delicias de adultos y niños. Todo un museo de natural belleza. El miércoles de Feria emitió el fallo un jurado nombrado al efecto. La entrega de premios y diplomas se fechó para el domingo día 11, último de Feria, a la una de la tarde. El muestrario no dejó indiferente a nadie. El jurado estuvo integrado por Gonzalo Fernández de Bobadilla y Ragel -en calidad de presidente-, además de Antonio Muñoz García, Manuel Doña Rivas, María Gómez Ledesma y Juan J. Montero.
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