
La ciudad y los días
Carlos Colón
Tercer mundo sobre raíles
Jerez íntimo
Alfa: Bernardo Palomo -magister amicus et collega de la Academia- ha dictado un fulgurante discurso de toma de posesión como Numerario de la nuestra Real de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras. Su arranque, su introito, su prefacio hizo las veces de mandoble sin pelos en la lengua y sin embargo conservando cada cabeza -innombrada e innombrable siempre- en su títere. Como elegantemente ha de repartirse la estopa: sin mentar a ningún quisque pero subrayando los tuestes de la mediocridad. O la hojarasca de la engañifa.
Me gusta sobremanera Bernardo cuando ejerce su auctoritas crítica a la manera romana de legitimización social. Como aviso a navegantes. Como reválida de las verdades del barquero al modo de título gaditano de Antonio Martín. Bernardo da el callo. A mayor abundamiento cuando ejerce la palabra escrita y la eleva a viva voz. Decía María Zambrano que el escritor ha de abordar aquello que nadie atreverse quiere. Siempre desde el mosaico -y no la tara- del respeto -no daño de imagen ni del honor- a terceros. Tal que así -nada gregario, nunca sectario, en absoluto irritable- se mostró quien además cultiva la crítica de Arte en Diario de Jerez desde hace la friolera de más treinta años. ¡Échale hilo a la cometa! Lo que dice también bastante de la preeminencia que este periódico concede a la sección -la propia de cultura- considerada en otros rotativos incluso nacionales como la hermana menor del periodismo -¿estás de acuerdo conmigo, don Jesús Fernández Palacios?-. Ni severo ni díscolo ni intransitable: Bernardo puso los puntos sobre las íes en la tesela de la nómina del arte moderno de esta Muy Noble y Muy Leal Ciudad. Noble, sí. Leal, no siempre. Por esta causa urgimos de más actitudes como la de Bernardo Palomo: ese valiente hombre de la crítica tan directa y dilecta como respetuosa. ¡Siempre de frente, compañero del alma, compañero!
Beta: Desde los machadianos días azules de la infancia un niño escritor ya advierte su clara vocación literaria. No son churumbeles que amanezcan de mal café ni que lloren por lo común a moco tendido. ¿Críos raros? Tampoco. Consignemos que -eso sí, ¿digo verdad, hermana Chari Lupión?- dado a los libros. A los escolares de textos y a los literarios de rompe y rasga. Por ende chavalería inmersa en la callada tentativa de la lectura. Nacen ya construidos en el ojeo y el hojeo de la página en negro sobre blanco. Ejemplo paradigmático es la niña Angela Bustillo Lupión -lectora empedernida y escritora impenitente-. Ojo a la movilidad de muñeca de su estilográfica. Escribe desbrozando intención/imaginación. Y ya redijo Henry Miller que la imaginación es la voz del atrevimiento. Compositivo/creativo, naturalmente. ¿Sus notas académicas, las resultantes del curso que acaba de terminar -o, al mejor decir, fulminar- sin decir oxte ni moxte? Cuatro 9 y siete 10. Por cierto, y sin abandonar el apellido Lupión -tan cofradiero/rociero por lo demás-, nuestra felicitación a quien fuese Hermano Mayor de la Hermandad del Perdón, Andrés Lupión Martín, por el nacimiento de su primer nieto Mario Gutiérrez Lupión.
Gamma: En la ciudad ha brotado un ensañamiento al alimón -¡cosas del levante, me platicaba un doctor amigo!- contra los ciáticos en ciernes o esporádicos o crónicos. Me hago eco de al menos quince allegados que andan quebrados como la figura literaria tan en desuso. De pinchazos diarios y ejerciendo la indeseada bartola sobre el lecho del dolor. Ahora bien: quienes acudieron al formidable Servicio de Urgencias de fines de semana de la Clínica Beiman -mano de santo, purga de Benito, dardo en el centro de la diana, pleno al quince- enseguida salieron favorecidos. Porque Beiman es punto y aparte en el tratamiento para con sus pacientes -profesionalidad, empatía, comunicación eficaz-. Y con el descuento aplicado si posees su Tarjeta Salud. Una ganga para el bienestar del cuerpo. ¡Y si ya te atienden el doctor Antonio Gutiérrez Reguera y la enfermera María García… salud a raudales! Lo confieso -Ave María Purísima- por experiencia propia.
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