Eduardo Jordá

Animalismo

En tránsito

13 de julio 2016 - 01:00

EL fin de semana pasado tuve la suerte de estar en la playa. Hacía un calor horrible pero la gente se lo pasaba muy bien: cervecitas y sandía fresca en las neveritas, tupperware con filetes empanados, familias juntas que reían y cotorreaban, niños gritando de excitación al ver llegar las primeras olas y largas conversaciones bajo la sombrilla -¡e incluso libros!-, ese I+D en el que Andalucía es una imbatible potencia mundial. Si la felicidad pudiera capturarse de algún modo, esa playa contendría casi todos los elementos de lo que consideramos un momento feliz.

Pero la tarde del domingo, a la misma hora en que la playa estaba llena de gente que disfrutaba de la vida, el torero Víctor Barrio moría corneado en una plaza de toros y Twitter y las redes sociales se llenaban de insultos contra el torero y contra todos los aficionados a los toros. Uno de esos insultos me ha llamado la atención porque es obra de un maestro valenciano -él mismo lo reconoce en su post-, de nombre Vicent Balaguer, que escribió esto en Facebook: "Hoy es un día alegre para la humanidad. Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan. ¡¡¡Cabrón!!!".

No me gustan los toros ni tengo ningún interés en defender a los toreros, pero hay cosas que ponen los pelos de punta, y más si provienen de un maestro que debe enseñar a los niños a comportarse con un mínimo de civilidad. Me he leído varias veces lo que ese hombre escribió y es simplemente espeluznante. "Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan. ¡¡¡Cabrón!!!". Y esto, repito, lo escribe un maestro que a lo mejor debe dirigir los debates de Ética en su colegio o las clases de redacción. ¿De dónde sale tanto odio? ¿Y qué demonios nos está pasando?

Comprendo que haya gente que quiera a los animales y que no desee que sean maltratados ni torturados, pero hay ciertos colectivos animalistas que están llevando las cosas demasiado lejos. El movimiento animalista sólo tiene sentido como una forma superior del humanismo, pero cuando se convierte en una excusa para sacar los peores defectos de la burricie, mejor nos dedicamos al supremo arte de las cervecitas playeras. Y por favor, que algunos tarados se den un bañito en la playa y se olviden ya de sus Facebook y sus Twitter, a ver si se relajan un poco y aprenden a disfrutar de la vida. ¡Qué miedo!

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