La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
tribuna libre
HACE unos años quisimos formalizar un compromiso con todos aquellos que asiduamente vivían la vida académica, que compartían con nosotros el interés por la cultura universal, y que eran una constante, un acicate, un estímulo para seguir ilusionando nuestra vocación de servicio al bien común, a la sociedad jerezana. Esto quedó plasmado en un título, 'Amigos de la Academia'.
El pasado martes, en la semanal sesión académica tuve noticia de la rápida y grave situación en la que se encontraba Antonio. Ahora acabo de conocer su muerte, y la memoria me lleva a toda una vida, una coetaneidad, compartida en afanes y amistad inquebrantables.
Su vocación por la enseñanza tuvo un discurrir a lo largo de su vida que hizo que su concienzudo rigor, su linealidad sin sobresaltos, marcaran una carrera docente que en Jerez dejaría una huella indeleble. Tanto las asociaciones escolares como los organismos públicos refrendaron esta dedicación.
Hoy, Antonio no puedo dejar de traer junto al tuyo el recuerdo de don Alberto Durán Tejera. Fuiste su discípulo, él fue tu modelo a seguir y de esta circunstancia hemos tenido ocasión de rescatar a través de tu tesón y tu trabajo páginas olvidadas de nuestro Jerez.
Siempre tenías algún proyecto en ciernes y no te faltaba tiempo para comunicármelo y hacerme partícipe con tu ilusionada manera de vivir las cosas de su posible realización. Nunca habíamos roto aquellos entusiasmos adolescentes y juveniles vividos en el viejo caserón del Instituto en la Alameda de Cristina, donde quedaba el tufillo de la reducción hospitalaria de San Juan Grande, y donde se hacía presente la elocuencia didáctica de don José Cádiz Salvatierra.
Hace unos meses presenté tu obra 'Gloria y Ocaso de la Fiesta de la Vendimia' que yo sabía bien que no era solo una revisión cronológica y puntual de unos actos, sino que detrás de este esfuerzo recopilatorio estaba tu compromiso de rescatar una Fiesta que pregone a los cuatro vientos el nacimiento de nuestro incomparable vino.
Has dejado en el surco la semilla, ahora la lluvia generosa del jerezano amor de otros intentarán lograr la revitalización de nuestras señas de identidad, que siguen siendo el conocer más profundamente a Jerez desde el bienteveo de la cultura universal.
Hoy en este adiós, Antonio, quiero que nuestra larga amistad no se trunque por el dolor sino que siga viva en el corazón de Jerez.
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