Francisco José / Ortega

Aplaudan en penitencia

11 de agosto 2012 - 01:00

NUNCA fallan, jamás, y no se entiende muy bien cómo había tantas dudas respecto a ese sensacional equipo que comanda Pau Gasol y que integran un puñado de excepcionales baloncestistas. España volvió a proclamarse ayer campeón de los mortales, porque los NBA siguen jugando un concurso distinto, como si se enfrentaran un Ferrari y un Hispania, y lo hizo justo cuando la situación se lo demandaba, ni antes, contra Brasil, ni después, en esa final casi honorífica ante los Estados Unidos.

Sin embargo, sí conviene reflexionar, una vez más, sobre la impaciencia, sobre la presión añadida que se le puede meter a un grupo de deportistas sin igual. Que España no estaba rindiendo a su nivel es innegable, no acababa de engrasar la máquina, pero se obviaba en los análisis el montón de eximentes que pudieran alegarse para ello. Ricky Rubio está varado en una recuperación interminable; Navarro no acaba de recuperarse de una fascitis plantar que le da la lata a cualquier deportista; Rudy Fernández reapareció durante la preparación después de estar postrado varios meses por una operación de espalda; Calderón también sufrió problemas físicos y llegó tras un par de meses sin competir por la temprana eliminación de los Raptors; Marc... ¿Excusas? Depende de quien lo vea, pero son realidades todas.

Y, además, ¿para qué vale la primera fase? Ahí está, por ejemplo, Suecia en balonmano masculino o Noruega en el femenino, que sufrieron derrotas y jugarán la final. Los grandes siempre aparecen en el momento justo y ese instante, para Gasol y compañía, fue Francia y Rusia. Así que a aplaudir todos, aunque sea como penitencia por tanta desconfianza.

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