Eduardo Jordá

¿Y si...?

En tránsito

¿Y si ya nada fuese cierto? ¿Y si nadie supiera distinguir ya lo que es verdad de lo que es mentira?

25 de octubre 2017 - 02:14

Y si un día nos diéramos cuenta de que nada de esto es real? ¿Y si un día descubriéramos que Puigdemont no es quien dice ser -sea quien sea, porque ahora mismo ya nadie lo sabe, en especial él mismo-, sino un actor que llevaba veinte años en paro y que por fin ha encontrado un escenario en el que desplegar su portentoso talento? ¿Y si Junqueras no fuera ese político con pinta de ir permanentemente disfrazado de Winnie the Pooh, sino uno de esos personajes de Philip K. Dick cuya identidad ha sido suplantada por un alienígena llegado, por ejemplo, del remoto Planeta del Labrador? ¿Y si Carme Forcadell resultara ser una paciente escapada de un psiquiátrico? ¿Y si los diputados de la CUP no fueran más que una comuna de activistas -todos naturistas y veganos- que un día consiguieron colarse en el Parlament catalán y ahí siguen, ahora incluso cobrando por organizar sus performances?

Y podemos ir más allá. ¿Y si Ferreras, el periodista de La Sexta que nos acompaña a la hora del desayuno y de la comida y de la cena -y cuyo rostro ya se me ha empezado a aparecer cuando suena el despertador-, no fuera un periodista sino un científico que experimentó con una droga prohibida y que ahora se cree ser Antonio García Ferreras? ¿Y si el plató de La Sexta no fuera un plató sino un decorado de cartón piedra como en El show de Truman? ¿Y si todos los que aparecen en los noticiarios -manifestantes, reporteros, cámaras, políticos, policías- fueran figurantes de una gigantesca representación que alguien, no sabemos quién, ha organizado para burlarse de todos nosotros? ¿Y si ese alguien fuera un millonario nihilista, algo así como aquel banquero anarquista del que hablaba Pessoa?

¿Y si todos los que observamos el procés con desgana y hastío y rabia -la cosa cambia cada dos minutos- fuésemos también unos figurantes que no pintan nada, como esos extras a los que les pagan con un bocadillo y la remota posibilidad de aparecer disfrazados de vikingos entre el barullo de una batalla? ¿Y si ya nada fuese cierto? ¿Y si nadie supiera distinguir ya lo que es verdad de lo que es mentira? ¿Y si nadie estuviera en condiciones de diferenciar lo que es un hecho demostrable de lo que no es más que un simple delirio psicótico? ¿Y si nos hubiésemos metido en una dimensión de la realidad en la que nada ya es lo que parece? ¿Y si nada fuera ya real? ¿Y si...? ¿Y si...?

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