
Envío
Rafael Sánchez Saus
Rebeldes en el instituto
Entre paréntesis
Con una sola piedra encontrada en Mesas de Asta, un norteamericano montaba en su país un museo con parque temático sobre los romanos. Y aquí, a pocos kilómetros del casco urbano de Jerez, seguimos dándole vueltas y vueltas a la Historia. No somos conscientes de lo que tenemos bajo nuestros pies y entre los problemas presupuestarios y los egos y piques pueblerinos, el que podría ser el mayor yacimiento arqueológico que explicase mucho de lo que somos sigue durmiendo el sueño de los justos. Pero, aunque lo que viene sucediendo desde las excavaciones de Manuel Esteve el siglo pasado dé pie a las más controvertidas teorías 'conspiranoicas', no hay que perder del todo la esperanza. Porque a veces da que pensar cómo fluye el dinero público hacia determinados enclaves históricos (lo que se aplaude) que se convierten en referentes culturales y aquí todavía seguimos no ya en pañales, sino sin inventar siquiera los pañales.
Esta semana, nuevos trabajos de la UCA bajo la dirección de los profesores Lázaro Lagóstena y José Antonio Ruiz Gil han desvelado la primera imagen urbanística de Asta Regia, realizada gracias a avances tecnológicos como el georradar que peina con paciencia estos días la zona del yacimiento en la barriada rural jerezana. Y lo que se ha podido ver corrobora todo lo que se viene apuntando desde hace décadas acerca de la enorme importancia que tuvo este enclave que se relaciona con el Reino de Tartessos, como insiste la Plataforma Ciudadana por Asta Regia. Entonces, si existen mucho más que evidencias del rico patrimonio histórico en las Mesas, ¿cómo es posible que todavía lleguen a cuentagotas las inversiones públicas de las diferentes administraciones para sacar a la luz, ordenar y poner en valor (como se suele decir ahora) los elementos existentes unos metros bajo el suelo? ¿Nos podemos permitir el lujo de desechar, como ha sucedido en otros lugares cercanos como Doña Blanca, lo que supondría una inyección cultural y económica?
Desde hace años, dos de los habitantes más conocidos y queridos de Mesas de Asta, Carmelo y Paqui, que regentan la venta del mismo nombre, han visto pasar a muchos investigadores, indianas jones de aquí, expertos en diferentes materias y, en general, contadores de mágicas leyendas sobre Asta Regia, Tartessos y un pasado vinculado a la ciudad romana del año 1500 a.C. sobre la que viven. Esa todavía insuficiente actividad arqueológica en la zona ha servido para dar, por temporadas, cierta vida a la barriada. Pero a veces, como muchas personas, tienen la sensación de que el tiempo se hubiese congelado en la era de la apatía, la oscuridad y la indiferencia, sin rendir merecido tributo a quienes pudieron ser sus antepasados.
Hasta que muchos responsables públicos vean la luz regia en Mesas de Asta, tendremos que conformarnos con escuchar esas historias mientras Carmelo sirve un vaso de mosto y Paqui corta un trozo de su exquisita tarta de zanahoria que también volvería locos a los americanos...
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