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Leo que Pedro Sánchez está intentando acordar un pacto de Estado para hacer frente a la crisis, esa crisis que él atribuye -tan ilusionista, tan escapista- a la guerra de Ucrania y no a muchas de las medidas que él mismo ha tomado en estos últimos años. Bueno, ya veremos. El problema es que todos deberíamos preguntarnos si tiene sentido el término Estado en un país como el nuestro. ¿Existe el Estado en un país en el que los Presupuestos Generales se acaban pactando en una negociación agónica con un diputado de Teruel Existe y cinco diputados de Bildu o de Coalición Canaria? ¿Existe el Estado cuando los partidos políticos, empezando por el PSOE de Pedro Sánchez, usan la Administración Pública como agencia de colocación para su electorado cautivo? ¿Existe el Estado en un país que ha sido fragmentado y debilitado por las comunidades autónomas hasta límites inimaginables? ¿Existe el Estado cuando determinadas comunidades autónomas han destruido la caja común de la Seguridad Social? ¿Existe el Estado en un país en el que nadie ha sabido pactar una reforma educativa que dure más allá de dos legislaturas? ¿Existe el Estado en un país que tiene un laberinto legislativo tan inextricable -en los tres niveles: local, autonómico y central- que resulta casi imposible adentrarse en él sin volverse majareta? ¿Existe el Estado en un país en el que hay gobiernos autonómicos que se niegan a acatar las sentencias del Tribunal Supremo? ¿Existe el Estado cuando el gobierno central y muchos gobiernos autonómicos se apoyan en partidos políticos que pretenden dinamitar ese mismo Estado con sus proyectos independentistas? ¿Qué Estado es ese que apenas tiene fuerza ni recursos ni funcionarios? ¿De qué puñetas estamos hablando cuando decimos Estado? Es una pregunta interesante.
Reclamar un pacto de Estado en estas condiciones es un disparate comparable a aquel gesto del loco Lope de Aguirre, que se proclamó Príncipe y Capitán General de la Tierra Firme en medio de una balsa a la deriva en mitad del Amazonas. Líbreme Dios de comparar a Pedro Sánchez con Lope de Aguirre, pero hay que estar muy loco para intentar crear una política de Estado cuando uno ha dedicado toda su carrera política a hacer lo posible por destruirlo. Dicho sea con todo el respeto debido a nuestro Capitán General y Príncipe de la Tierra Firme.
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