Notas al margen
David Fernández
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Con la venia
Entre las olas culturales llegadas de los EEUU hay una recurrente que se suele dar en los medios y de ahí se traslada a la conversación: la primera vez fue ¿dónde estabas el día que mataron a Kennedy? Momentos que han cambiado la historia reciente por su impacto. Ahora hay muchos libros, reportajes y documentales sobre el 11M, sin ánimo de presumir diré que hace 20 años tal día como hoy estábamos en la Isla de Pascua grabando los moais, Anakena, Tongariki y el resto de las huellas dejadas por los Rapa Nui, uno de esos lugares mágicos e irrepetibles que hay en el mundo. De allí volvimos al continente y nos fuimos a navegar por Chiloé, recalamos en Castro, donde nos prepararon un curanto al hoyo, comida tradicional chilena que se prepara con piedras ardientes en un boquete cavado en la tierra donde se cuece marisco y carne. Antes de abrir el curanto guardamos un minuto de silencio por los fallecidos en Madrid, no éramos conscientes todavía del impacto real que había tenido el atentado. El 14 de mayo, en una gasolinera de Puerto Montt, llamé a casa y mi mujer me informó del resultado electoral. Todavía hoy no soy capaz de entender que haya gente que defienda la teoría de la conspiración, tras un proceso judicial modélico y una sentencia confirmada por todas las instancias judiciales. Ese delirio de un sector de la derecha española no deja de sorprenderme, quizás se mantiene por la herida de unas elecciones que ellos pensaban ganadas de antemano y que perdieron aquella noche por la movilización de la izquierda. De todas los entrevistas hechas por Évole o por cualquiera, lo importante hubiera sido que alguien le hiciera las preguntas oportunas a Pedro Jota y a Jiménez Losantos, los dos perpetradores de aquella canallada a cuyo frente estuvo José María Aznar. La historia les tiene reservado un lugar en el basurero de la política y el periodismo. Por citar otros ejemplos: el 23 de febrero de 1981 estaba en Madrid, nos acercamos a la plaza de Neptuno con unos amigos de RTVE, esa noche volvíamos a Cádiz en el Expreso, en el andén de Atocha escuchamos el bando de Milán del Bosh, toda la noche en un compartimento del tren con Antonio Caraballo ( entonces y ahora con un poder eterno en El Puerto), que llevaba un pequeño transistor con el que escuchábamos el intento de golpe de estado, hasta que intervino el Rey Juan Carlos. El 11S me cogió en Méjico, en la oficina que tenía en Texcoco el gaditano Pepe Garay, donde vimos las imágenes que luego se han hecho tan famosas. Allí mismo le dije a Pepe que debería ser cosa de Bin Laden y Al Qaeda, lo que me imaginé porque ya habían atentado contra bienes e intereses norteamericanos.
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