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Una de las cosas que ha traído la pandemia es que muchas personas descubrieron una nueva forma de vivir. Este cambio fue especialmente vivido por los hosteleros, tanto por los empresarios como por los trabajadores. El gremio era proclive a jornadas de esas interminables, de comenzar a primera hora con los desayunos y terminar después de las cenas. Muchos profesionales reconocen que esto les provocaba problemas familiares.
Ahora parece que nada volverá a ser lo mismo. Muchos empresarios buscan ahora fórmulas para tener más tiempo libre y los trabajadores, cuando reciben una oferta de empleo, miran también con lupa la cuestión de los horarios.
Todo esto va a provocar, bueno está provocando ya, cambios bastante sustanciales en los establecimientos. Locales que nunca se habían tomado vacaciones, lo están haciendo y muchos negocios están optando o por cerrar por las noches, o por especializarse.
En los próximos años veremos cómo muchos establecimientos se especializan en desayunos, solamente abriendo para este servicio, o se quedan en las comidas al mediodía o incluso se centran en el servicio a domicilio por las noches. Lo que parece que puede desaparecer es ese bar que abre a las seis de la mañana para dar de desayunar a la parroquia, sirve tapitas al mediodía, pone tartas y helados por la tarde y medias raciones por la noche.
Los establecimientos tienden a cerrar más tiempo para dar más descanso a sus trabajadores y también a los empresarios, que no son ajenos a esta reivindicación de más tiempo propio.
Para los clientes también se avecinan cambios. Si se quiere un sector regulado, en el que los empleados trabajen las horas que deben y haya el lógico beneficio empresarial, habrá que pensar también en una subida de precios porque habrá que facturar más en menos tiempo.
Creo que incluso sería bueno organizarse entre los hosteleros. En vez de tener abiertos todos los bares, pensar en la figura del bar de guardia. Ponerse de acuerdo entre los empresarios para que en una misma zona haya siempre algún sitio abierto y los cierres se vayan alternando.
Habrá que pensar en fórmulas imaginativas para todas las partes, para que el sector, empresarios, trabajadores y clientes tengan más calidad de vida, algo a lo que todos tenemos derecho. A lo mejor la famosa inteligencia artificial, ahora tan de moda, es capaz de solucionarlo.
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