Carmen Laffón, pausada sensibilidad y equilibrio

NOS ha dejado Doña Carmen. Exquisita expresión, convencida concienciación, resoluta investigación plástica y conceptual.

Se ha detenido su pausada pero arrolladora presencia, pero jamás nos abandonará su calidad interpretativa, su definitiva apuesta por el dibujo y la elegancia creadora.

Me quedo con la dulzura y admiración que siempre profesaba por nuestro Maestro don Miguel Pérez Aguilera en nuestras conversaciones. Nos quedamos con las ganas de recorrer con ella la exposición ‘Magistral Aguilera’, me decía que tenía muchas ganas de verla, pero las circunstancias lo fueron haciendo “no aconsejable”.

Su elegante modestia reivindicaba la figura de su estimado profesor y me pedía estar representada junto a Mauri y sin ninguna señal de relevancia ante el resto (decía que solamente era una igual, pero sabemos que su importancia y trascendencia era muy superior, de ahí lo significativo del gesto).

No deberíamos decir que nos deja huérfanos, pues su obra permanece en los mejores escenarios, pero sí que nos deja desolados en un momento muy relevante.

Su convencimiento de que eran sus obras y las vivencias en las que se basaban las que deberían hablar por ella, le hacían disfrutar tranquilamente de su pasión por la zona sanluqueña y su ligazón a su querida Sevilla.

Hemos disfrutado de manera continuada de muchas de sus intervenciones en los diferentes ámbitos artísticos (desde ARCO hasta el CAAC, pasando por multitud de galerías y museos), quedándonos el reciente recuerdo de su participación por petición propia en la muestra en torno a Aguilera que he tenido ocasión de comisariar en los Claustros de Santo Domingo de Jerez, en la Casa de la Provincia de Sevilla, en GC Espacio de Arte en Linares y en el Museo de Jaén (hasta el momento).

Gloria Martín Montaño ha expresado de manera singular lo que pensamos: “Un referente en la forma de estar en el arte”.