Ignacio Martínez

Catalanes y andaluces

El balcón

70 intelectuales catalanes y andaluces se reúnen en Sevilla para un diálogo sobre el futuro político del estado

27 de octubre 2018 - 01:42

Hay que dejar a Cataluña tranquila con sus contradicciones. A solas con esas contradicciones durante un tiempo". Un año después de un mail y unas manifestaciones que asustaron Carles Puigdemont, le hicieron desistir de convocar elecciones, le empujaron a la declaración de independencia y al descarrilamiento del orden constitucional en España, un grupo de 70 intelectuales de Cataluña y Andalucía se han reunido en Sevilla para dialogar. Obviamente, estos profesores de universidad, sindicalistas, periodistas y profesionales diversos de la cultura, el derecho o la economía pertenecen al grupo, numeroso y quizá mayoritario, de gente que quiere hablar, entenderse. La frase que encabeza este artículo se escuchó ayer en una de las tres mesas de diálogo en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

El 26 de octubre de 2017, ante la inminente convocatoria de elecciones, Gabriel Rufián desafió al presidente de la Generalitat con cuatro palabras: "155 monedas de plata". Funcionó; Puigdemont se rajó, y lo demás es de sobra conocido. La reunión de Sevilla tiene un aspecto sorprendente: no está organizada por ninguna institución pública ni privada. Es una iniciativa de la sociedad civil, en concreto del profesor Javier Aristu por parte andaluza y del historiador Javier Tébar por la catalana. En la mesa constitucional se escucharon añoranzas de un estado federal, pero también se constató que en este momento no se dan las condiciones para abordar semejante reto, ni siquiera para una reforma constitucional más simple.

Por hacer un mínimo resumen, se considera que el caso catalán es un ejemplo exacerbado de la crisis del estado autonómico, que 40 años después ha dejado de funcionar con eficacia. La falta de instancias de concertación ha llevado al Tribunal Constitucional a sustanciar un exceso de conflictos. Los ejecutivos autonómicos tienen demasiado poder, tanto que es muy difícil desalojarlos: es mucho más fácil que se produzca una alternancia en el Gobierno de la nación que en cualquiera de las autonomías. En Cataluña es necesario un cambio de actitud: que haya menos gente que viva del conflicto y más personas que trabajen para resolverlo. Ahora hay que recuperar el respeto: algo que vale para quieres se mofan del acento o del nivel educativo de los escolares andaluces, como para los menosprecios a la cultura catalana.

Una pausa, un cambio de actitud y respeto. Pautas en el inicio del diálogo.

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