Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Su propio afán
Se terminó la SailGP y, de forma simultánea, se acabó la celebración del éxito mediático y económico que, por lo visto, ha resultado. Si hubiese que elegir, yo sería partidario de una economía gaditana que dependa menos de los espectáculos extraordinarios y de la salteada temporada de fiestas y festejos. Más corriente continua que alterna. Por el mismo motivo, prefiero los veraneantes a los turistas, aunque quizá el turismo deje -dicen- más dinero que el veraneo. Valoro la permanencia, y cuanta más mejor. Mi brindis favorito es el del Dr. Johnson y sus amigos que levantaban sus copas y clamaban (naturalmente en latín, que es el idioma del rito): "Esto, perpetua!", que quiere decir: "¡Así, para siempre!".
Pero lejos de mí ser un aguafiestas contra la fiesta del agua o contra cualquier actividad económica para nuestra tierra. Lo cortés no quita lo valiente, y los festivales me valen también, aunque preferiría una actividad menos frenética, que vamos a embestidas y frenazos, como conducía aquel amable macarra de la canción de Ruibal. También rogaría que valorásemos más los trabajos constantes. El mismo fin de semana de la movida de la SailGP se celebró una grandísima regata de optimist que reunió a 230 jóvenes deportistas de toda España. Pasa demasiado desapercibido ese trabajo de la Federación de Vela, y de los clubs de la Bahía; y es labor de aquí, constante y con proyección de futuro.
Los espectáculos, además del dinero fresco y el eco mediático, dejan la reseca de su final. La imagen de la cola de la procesión de Semana Santa, cuando se aleja el paso y se apaga la música de la banda y queda un desperdigado hormigueo de gente que se marcha en todas las direcciones y papeles por el suelo… es el fiel retrato de cualquier fin de fiesta.
Menos mal que enseguida vendrá un nuevo espectáculo, dirán los entusiastas. Los otros, al revés, nos aprestaremos a disfrutar de la insólita normalidad y de la brevísima rutina, sospechando que quizá la gran ventaja competitiva de la provincia para la organización de grandes eventos no sea tanto nuestro fervor festivo, como el buen humor imbatible que es capaz de echarse entre pecho y espalda, con una sonrisa, cualquier reseca de fiesta, show, espectáculo, feria, movida o concierto. Los veranos nos han entrenado. Podemos estar perfectamente en misa y repicando, y aquí sólo digo que preferiría que no estuviésemos nada más que repicando.
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