Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
La Crestería
Jerez/Sevilla está a un cuarto de hora de suspender sus procesiones en Semana Santa. El presidente del consejo general de Cofradías de la ciudad hispalense se sale por la tangente del grupo de consejos andaluces e insta al arzobispo a firmar el decreto. Y aquí paz y mañana gloria.
Esta circunstancia puede ser precipitada y tomada a lo loco. Sin embargo, la realidad es tozuda como ella misma. Y aunque vivimos en un estado de incertidumbre dentro de un estado de alarma, la realidad es que hasta mediados del 2021 no comenzaremos a vivir con una cierta normalidad. La vacunación vendrá como un regalo de Reyes Magos a la humanidad y pronto la batalla irá inclinándose a favor de la ciencia. Sin embargo ¿habrá total normalidad el 28 de marzo, fecha del Domingo de Ramos? Sinceramente, es muy complicado por no decir imposible.
Si las cosas están así, marear más la perdiz no tiene razón de ser. La madurez hay que demostrarla con gestos como este. Y Sevilla parece haber tomado este camino. Incomprensible para muchos, pero cargado de sensatez. Las grandes decisiones no están exentas de crítica y de reacciones contrarias.
Jerez tendrá que montar los palcos una vez pasada la Navidad. La decisión habrá que tomarla tarde o temprano. Los obispos del sur no quieren ‘sucedáneos’. Esto es muy serio. Por tanto, el escenario no puede ser más adverso.
Veamos el lado bueno. Con una suspensión a tiempo, las tesorerías de las hermandades pueden cambiar sus presupuestos. Sería un desahogo para los encargados de los números saber ya si hay abrir partidas para bandas, flores y cera. Así las cosas, las famélicas economías encontrarán al menos un soplo de aire. Incluso, alguna hermandad podría hasta pensar en algún estreno para el 2022.
No es oro todo lo que reluce a corto plazo. Y hay que asimilarlo. Las pataletas de niño chico no caben en asuntos donde los seres humanos enferman e incluso mueren. Ahora, por subirme al carro de Sevilla, me inmolo para que todos digan que no soy cofrade y que a mí no me gustan los pasos. Solo podré parafrasear al Guerra cuando tras una mala tarde, dijo aquello que “lo que no puede ser, no puede ser. Y además es imposible”. Ya se disfrutará, pero cuando toque.
También te puede interesar
Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
La colmena
Magdalena Trillo
Noah
Confabulario
Manuel Gregorio González
I nvestigar o no
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
María Jesús Montero, candidata
Lo último