La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
Cuarto de muestras
Escribo este artículo en plena jornada de reflexión, se publicará en Jerez el día de las elecciones y en el resto de Andalucía aparecerá en la que llaman con cierta grandilocuencia jornada postelectoral. No teman, si doy este dato menor no es porque vaya a hacer ejercicios de funambulismo ni cábalas sobre resultados ni cálculos prudentes. No, si cuento esta circunstancia es para poner en evidencia que lo que ha ocurrido en estas elecciones es tan particular y grave que debiera tener su reflejo en la voluntad de los ciudadanos y en los resultados electorales. No se trata de acertar en el pronóstico sino de subrayar la gravedad del enfermo y el deterioro que está produciendo, a su vez, en sus familiares que somos todos.
Reconozco que he vivido esta campaña con hartazgo y perplejidad. Todos conocemos la decadencia del sistema, que España sigue salpicada por casos de corrupción aquí, allá y acullá, pero, esta vez, la cosa pasa de castaño oscuro. Que criminales fueran incluidos en las listas de Bildu pisoteando el dolor de las víctimas fue el primer escándalo y síntoma de dónde estamos. Todo lo que ha venido después con el bochorno de la compra de votos (que se ha ido viendo que no era simple caso aislado en Melilla), un caso de secuestro, otro de agresión, han venido a terminar de ensuciarlo todo.
Cualquier ciudadano de cualquier ideología debería de preguntarse qué está pasando. Tenemos un presidente del gobierno que no se respeta a sí mismo ni tiene palabra ni vergüenza, un poder judicial desprestigiado, un Congreso vacío de contenido pues las leyes se aprueban por decreto, un pueblo que, atónito, se deja tratar como a un imbécil prometiéndole el oro y el moro la víspera de las elecciones (otra forma de querer comprar votos aún más perversa). ¿Dónde estamos?
Esta manera de prostituir las urnas para mantener el estado del bienestar de una clase política cuyo gasto es inasumible, debe parar antes de que se cargue nuestra democracia. Hay que salvar a España y al PSOE de su líder. No es una cuestión ideológica, es una cuestión de limpieza que, si no parte de la propia ciudadanía, jamás se hará porque ellos no van a perjudicar sus propias carreras políticas vitalicias. Nadie cambia la ley ni impide el abuso. Nadie.
Dicen que tenemos los gobiernos que nos merecemos. Creo que no. Que esta vez se han pasado tres pueblos. Echémosles para que nos respeten.
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Gracias, Errejón