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Bienteveo
Jerez/Aunque algunos sectarios no logren entenderlo, el símbolo de la Cruz, ese gran abrazo desde el cristianismo a la humanidad, estandarte de paz y fraternidad, es sin duda alguna el gran testimonio de reconciliación en un mundo enfrentado en guerras, separado por ideologías contradictorias, cada vez más insolidario y egoísta al que solo mueve el interés material, a pesar de la buena voluntad de muchos que con su actitud no logran acallar esa tendencia a la autodestrucción protagonizada por quienes solo se dejan llevar por sus convicciones y no muestran el menor respeto por las creencias de los demás…
Esbozo este pensamiento días después de que en una localidad de la campiña sur cordobesa; Aguilar de la Frontera; de apenas quince mil habitantes, su regidora municipal no haya tenido mejor ocurrencia que ordenar la retirada de la Cruz que se alzaba junto al Convento de Las Descalzas y depositarla en los almacenes municipales, causando con ello una gran polvareda mediática y la enérgica condena de numerosas hermandades jerezanas, de la región y de otros puntos de España.
Y no deja de ser curioso que, a pesar del preceptivo informe de la Comisión de Patrimonio de la Junta de Andalucía autorizando dicha retirada por entender que la mencionada Cruz causaba daño en el referido Cenobio - ¡ que vaya una desafortunada decisión de un organismo del gobierno de la derecha y él centro andaluces ¡ - quien haya dispuesto la retirada de un símbolo que, dados los años transcurridos, ya no tenía connotación alguna con la Guerra civil, haya sido la alcaldesa del indicado pueblo cordobés, que accedió al cargo como militante de la coalición de Izquierda Unida, Los Verdes, convocatoria por Andalucía, formaciones estas que tienen una clara fijación por todo cuanto tenga que ver con la Iglesia católica, como se ha venido poniendo de manifiesto en numerosas ocasiones desde que en nuestro país, tras años de un régimen dictatorial, se lograra instaurar la democracia, como si con semejante proceder se estuviera consiguiendo causar un irreparable daño a una Institución con más de dos mil años de existencia, cuando lo que hechos tan reprobables como el que motiva este comentario originan es exactamente lo contrario de lo que persiguen. Pues a partir de su retirada la citada Cruz de Aguilar de la Frontera, que por lo visto tanto molestaba a su señora alcaldesa y sus correligionarios, la misma no solo se ha convertido en un hermoso símbolo de reconciliación y perdón para quienes la tienen como centro de su fe y desde luego, a pesar de ellos mismos, para todos aquellos a los que les molesta su presencia en calles y plazas de nuestros pueblos, donde siempre ha permanecido y permanece enhiesta.
Y una penúltima reflexión: ¿Tan difícil es acaso, en España, guardar respeto; no digo ya consideración que a lo mejor sería pedir demasiado; a lo que los demás piensan aunque sea distinto a nuestro propio pensamiento. Seguro que si algún día lo lográramos, este país nuestro comenzaría a andar el camino de concordia que hoy día brilla y bastante por su ausencia.
Lástima que así sea, pero así por desgracia es.
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