Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Tribuna cofrade
Jerez/Estamos en la Cuaresma que es tiempo de conversión, de preparación para la gran fiesta de La Pascua de Resurrección. En estos días de Cuaresma es, tal vez, la época cuando más se intensifican los cultos en la Iglesia y especialmente en las Hermandades en honor de nuestros Sagrados Titulares.
Hace unos meses asistí a una conferencia en la que un sacerdote nos hablaba de la importancia del culto a la Stma. Virgen con referencia al que se le tiene con motivo de la Coronación Canónica Mariana, en este caso a la Stma. Virgen de la Estrella y el significado para los cristianos (tal como ya lo he escrito y explicado en estas páginas) y en este caso voy a comentar algo que me llamó la atención, de forma muy positiva, como fue lo que le oí al sacerdote, y que es muy probable que ocurra o que está pasando en la actualidad en nuestras Hermandades. Se trata del culto, la veneración, la devoción y el amor hacia la Stma. Virgen. Existen tres tipos de cultos: - Latría o adoración, que es el culto que únicamente se le rinde a Dios, en sus tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. - Dulía, veneración, que es el que le rendimos a los santos. - Hiperdulía que es la veneración o culto que le damos a la Virgen María.
En ese caso, ponerla al mismo nivel que el culto de su Hijo Jesucristo o tratarla como si fuese igual, era una barbaridad. A la Virgen María se le rinde un culto singular, que se diferencia esencialmente del culto de adoración, y que se rinde sólo a la Santísima Trinidad, o sea al Padre, Hijo y el Espíritu Santo. Esa es la gran diferencia que nos explicaba el sacerdote, teniendo en cuenta que estaba muy bien el que queramos darle a la Stma. Virgen todo lo mejor. Y ponía como ejemplo el ponerla en un maravilloso paso de palio; con un manto y una corona. Esto solo lo hacemos con Ella, porque es la Madre de Dios, y decirle galanterías y otras cosas, pero que bajo ningún concepto se podía sustituir una cosa por otra.
En eso, decía que si tal vez no nos estábamos confundiendo con ello y era que la “deidad” que casi se le estaba dando a la Santísima Virgen en nuestras hermandades, es decir, que se estaba poniendo a la misma altura de Dios en cuanto al culto. Eso no puede ni debe ser de ninguna manera porque en algunos casos se le estaba dando un culto casi a la misma altura que a su Hijo Jesucristo y no podemos olvidar de Cristo, su Hijo, es Dios hecho hombre y que Ella fue su madre terrenal, una madre como una más, con la gran salvedad que fue designada y reservada sin mancha por Dios para que fuese la Madre de su Hijo Jesucristo.
O sea, que todo se le dice a la Stma. Virgen, con piropos, con gritos, con cantos, está muy bien, pero que, en muchos casos, nos olvidamos de su Hijo Jesucristo, que es hijo de su Santísima Madre la Virgen Maria, pero que es hijo también del mismo Dios y hay veces que ni le rezamos siquiera.
De hecho, las palabras que nos recoge el Concilio Vaticano II: "María, elevada por la gracia de Dios por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, como Madre de Dios Santísima, es honrada por la Iglesia con un culto especial, que difiere esencialmente del culto de adoración que se rinde al Verbo Encarnado, así como al Padre y al Espíritu Santo. Ese culto enteramente singular la Iglesia lo aprueba y favorece." (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn.66 y 67).
Este culto de especial veneración a la Stma. Virgen, encuentra su particular expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el santo Rosario, compendio de todo el Evangelio” (CIC-C #198) y que es una pena que, en muchos casos, aquellos que decimos que la queremos tanto, cuando se reza el santo Rosario, nos esperamos fuera de la iglesia o no entramos hasta que se acabe el rezo del mismo. Cosa que ocurre, tal vez, con demasiada frecuencia, y eso dice muy mal de nosotros, de aquellos que hablamos de la Virgen y que se nos llena la boca y luego no somos capaces de rezarle un Avemaría siquiera.
Nuestro culto a la Santísima Virgen María no debe de reducir el culto a Cristo, sino que lo tiene que agrandar, pues la Madre de Dios siempre nos lleva al Hijo y La Santísima Virgen era una mujer Pura que la guardó Dios de toda mancha para que concibiera en su seno al Hijo, a su Hijo Jesucristo hecho hombre.
Así, se afirma que con la expresión de “llena de gracia” contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28) está recogida en la oración del Ave Maria al decir, “Dios te Salve Maria, llena eres de gracia, el Señor está contigo”. Termino con esta oración que es tan bella, tan bonita, tan especial, que recoge todo el sentido de Madre del Jesús, El Hijo de Dios, a la Stma. Virgen como es el Avemaría y continúo a lo anterior diciendo, “bendita entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús”.
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