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El anuncio realizado por el consejero de Educación y Deporte en funciones, Manuel Alejandro Cardenete, confirmando que se mantendrán los refuerzos Covid para el curso escolar 2022-2023 es una magnífica noticia, aunque es una pena que no se dijese desde el primer día que los 5.000 profesores de refuerzo del pasado curso llegaron para quedarse, porque todo lo que sean mejoras en la Educación -con mayúsculas- deben ser permanentes, no puntuales, ya que es invertir en el futuro de las próximas generaciones, de Andalucía y de España.
Pero pese a la continuidad de los refuerzos Covid -lo que en algunos casos era ya imprescindible-, el curso 2022-23 va a comenzar en septiembre con asignaturas pendientes salvo que el nuevo ejecutivo andaluz se ponga las pilas en verano, lo que parece improbable aunque ojalá nos den una sorpresa.
Independientemente del pulso entre administración y sindicatos por el mantenimiento de las líneas, el descenso de la natalidad parece una buena oportunidad para bajar la ratio, lo que redundaría en la calidad de la enseñanza.
Aparte de eso, lo que no debería ser negociable es la atención a los alumnos con necesidades especiales. A todos se nos llena la boca de buenas palabras cuando hablamos de integración social y demás, pero en este caso -estamos hablando de niños- hacen falta hechos y, sobre todo, soluciones. No es de recibo que un personal técnico de Integración Social (PTIS) o un monitor de Educación Especial (MEE) tengan a su cargo a más niños de los que pueden, lo que tristemente es habitual. Estamos hablando de niños que necesitan que los acompañen al baño, al recreo y necesitan una atención especial; niños que tienen los mismos derechos que los demás y es deber de la administración pública procurar que así sea: primero, dotando de fondos suficientes, en este caso no vale decir que no hay presupuesto. Se les debería caer la cara de vergüenza ver a estos chicos desatendidos mientras se mantienen los chiringuitos -esos que dicen que iban a quitar-, los coches oficiales y demás prebendas. Recuerden que están ahí para servir y procurar una mejor vida a sus vecinos y los niños y la Educación siempre han de ser una prioridad.
Sangrante ha sido el caso del pequeño Adrián, que ha terminado el curso sin que la Consejería de Educación facilitase al niño, que sufre parálisis cerebral, una silla corsé para poder asistir con normalidad a sus clases. La silla se pidió a principios de curso y a lo largo de estos meses la familia solo recibió excusas -que si no había ortopedia, que si no había dinero, que si la petición por parte del cole se había perdido, que si no se habían puesto en contacto con el médico rehabilitador…-, lo que dice muy poco del talante de los responsables de la Junta -tanto en la provincia como en Sevilla, que luego se pasan la pelota unos a otros- y mucho de su escasa vocación de servicio a la comunidad y de su pobre capacidad para solucionar problemas.
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Gracias, Errejón