Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
La esquina
Con la jugada de la Comunidad Valenciana quizás ha querido Núñez Feijóo desinflar el espantajo favorito del PSOE un mes y pico antes de las elecciones generales. Quizás ha pensado que el escándalo durará unos días y que cuando llegue la campaña electoral oficial otros asuntos estarán en la palestra. Quizás cree que las grandes tendencias de voto, tan contundentemente manifestadas el 28-M, no cambiarán el 23-J. Quizás, quizás, quizás.
La suposición es triunfalista, pero no descabellada. Por un lado, el rechazo a la legitimación institucional de la ultraderecha es más patente en la clase política y sus alrededores que en la calle. Por otro, las alertas antifascistas decretadas por la izquierda ante eventuales coqueteos del PP con Vox nunca han funcionado en España. No funcionaron ni en Andalucía ni en Madrid (al revés: alertaron tanto que la gente se volcó a favor del PP para que sus candidatos no tuvieran que depender de Vox. Claro que en Andalucía ayudó bastante a Juanma Moreno la peculiar personalidad de la candidata de Vox, Macarena Olona...). Menos aún funcionó en Castilla y León: después de un año y pico de gobierno conjunto –con un vicepresidente pintoresco del sector ultra–, PP y Vox aumentaron sus votos, alcaldes y concejales el 28-M con respecto a las elecciones municipales de 2019, el PSOE bajó y el gran alertador –Unidas Podemos– se hundió.
Básicamente esto sucede porque la mayoría de los ciudadanos corrientes –insisto: los que no están en la pomada política– ven más peligro en los aliados presentes y ciertos del Gobierno actual de Sánchez que en los presentidos de un futuro Gobierno de Feijóo. Es una mayoría a la que, por cierto, lo que más le molesta es que la descalifiquen e insulten por votar lo que libremente vota tildándola de ignorante, malinformada y subida a la ola reaccionaria que viene de Trump. Tiende a reafirmarse en su posición. Con sinceridad, creo que ERC y Bildu repelen más que Vox.
Finalmente, el 28-M y la campaña previa de los socialistas han consolidado en el equipo de Feijóo la creencia de que el mayor obstáculo para que triunfen en las generales los seguidores de Pedro Sánchez es Pedro Sánchez. Es difícil de asimilar que el hombre que condujo al PSOE de nuevo a la Moncloa y ha dirigido el país en un tiempo tan complicado y proceloso vaya a ser el culpable principal de su derrota.
Pero, bueno, no lo sabremos hasta el 23-J.
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