
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Respuestas populistas
EN 1878 afirmaba Diego I. Parada y Barreto que "si la historia de Jerez no presentara un cúmulo de nombres y de hechos tan suficientes para enaltecer su memoria y su alta fama, bastaría el de Diego Fernández de Herrera para poder presentar con él un gran título de gloria" (1). En efecto, desde las primeras crónicas locales se ha ponderado sobremanera la memorable hazaña que protagonizó en 1339 cuando dio muerte a Abd al-Malik, el infante Tuerto, primogénito del sultán de Marruecos, que por entonces acechaba nuestra ciudad y el territorio circundante. Así, el elogio secular del episodio épico favoreció la perpetuación del recuerdo del mismo y, en última instancia, la articulación de la memoria colectiva, que vio en aquellos decisivos acontecimientos el fermento de la constitución de su identidad.
A pesar de ello, no podemos dejar de señalar el fuerte contenido mítico que parece envolver la historia de Diego Fernández de Herrera, toda vez que es contemplada únicamente por la historiografía local y su desarrollo entra en seria contradicción con lo recogido por la cronística castellana del siglo XIV, que afirma que Abd al-Malik cayó muerto en la batalla de la vega de Pagana, junto a Alcalá de los Gazules, en octubre de 1339 (2).
De esta divergencia ya se percató el padre Rallón en el siglo XVII, haciendo gala de un espíritu localista exacerbado: "Bien sé del modo que muchos historiadores refieren la muerte de este Infante, más como ellos escribieron por relaciones, no es mucho que la vistieran con más circunstancia. Yo me gobierno por originales antiguos que han llegado a mis manos y por papeles auténticos del Cabildo de nuestra ciudad (...) Y lo que más fuerza tiene a mi ver es la tradición, recibida y derivada de padres a hijos, tan invariable, que ninguno nacido en Xerez la ignora, y se canta en coplas antiguas que refieren este suceso. Y en cosas tan antiguas se debe más crédito a los naturales del país que a los extraños y a las historias antiguas que escribieron los que lo eran, no se les ha de dar fe, cuando consta lo contrario, como aquí sucede, de tantos principios infalibles" (3).
En semejantes términos, aunque más comedido en su discurso, se expresó en la centuria siguiente Bartolomé Gutiérrez: "Y lo que refieren las crónicas de los Reyes D. Alonso XI. y D. Pedro, no conviene con nuestras memorias y tradiciones" (4).
Ciertamente, no convenía porque las versiones se excluyen y, o bien existieron dos Abd al-Malik -lo cual es imposible-, o bien la heroicidad de Diego Fernández de Herrera fue de índole menor y, en aras de un proselitismo patrio, sus paisanos se encargaron de magnificarla. No obstante, la noticia parece estar transmitida desde el último tercio del siglo XIV en que Diego Gómez Salido escribió su crónica jerezana, pues el padre Rallón, que alcanzó a ver el manuscrito original, insertó a la letra en su historia de Jerez el capítulo de que venimos hablando que había dejado redactado el beneficiado de San Mateo (5).
La cuestión estriba igualmente en que según uno u otro relato la consecuencia conmemorativa de la muerte del infante Tuerto y el éxito de la contienda de 1339 habría sido la fundación de la ermita de Santa María de la Ina, en el alfoz jerezano, o la de Nuestra Señora de los Santos, en la vega de Alcalá de los Gazules, resultando que ni por la distancia que les separa, ni por las advocaciones que surgieron entonces podríamos llegar a equipararlas (6). Sin embargo, a finales del siglo XIX, Domingo Sánchez del Arco afirmaba -sin descubrir las fuentes usadas- que la intervención del héroe jerezano tuvo lugar en la batalla que se libró al pie de Alcalá de los Gazules, y no en la de los llanos de la Ina (7).
Aún así, el extracto de un memorial inserto en la sesión concejil del sábado 1 de octubre de 1484, conservado en las Actas Capitulares de Jerez, puede ayudarnos a concluir esta maraña trecentista: "El ynfante Picaço corrió a lo de Seuilla y esta tierra con ocho mill de cauallo y muy gran peonaje y lleuauan muy gran caualgada, y esta çibdad con conpannía de Seuilla y Éçija alcançaronlo en término de Alcalá en lo de Pagana, a donde se dize la penna del ynfante, y desbaratáronlo allí y fue muerto e muy muchos muertos e catiuos, y este era fijo del rey Albonaçén Miramamolín, e otra vez vino el ynfante Tuerto a esta çibdad con muy gran poder de moros y aquí en la Yna pelearon los desta çibdad con él y murió allí el ynfante Tuerto y matóle vno desta çibdad que oy tiene linaje en esta çibdad" (8).
A pesar de que el texto medieval comete el error de creer dos personas diferentes al infante Picazo y al Tuerto -en realidad el mismo Abd al-Malik- y por tal motivo de darle una doble muerte, diferencia nítidamente entre la lid que acaeció en Pagana y la que lo hizo en la Ina, en la que, según el memorial, intervino la figura de un incógnito caballero jerezano, que habremos de identificar con Diego Fernández Herrera. Confirmada la historicidad y secuenciación de ambas, nos cabe preguntar: si nuestro héroe luchó en La Ina, como dicen las narraciones capitular -exenta por esta vez de interesada pretensión- e historiográficas, y Abd al-Malik murió en Alcalá, a tenor de las crónicas de Alfonso XI, ¿a quién dio muerte nuestro protagonista en su intrépida aventura? ¿Sería acaso a un caudillo musulmán de menor rango, secuaz del infante Tuerto, que volvió a hostigar a los cristianos tras la muerte de su líder? Desde luego, la biografía más actualizada de Abd al-Malik, trazada con toda suerte de fuentes islámicas y cristianas, nada advierte sobre la concurrencia del jerezano en el final de su vida (9).
Con razón se ha dicho que la audaz recreación del pasado durante los siglos medievales y modernos ha estado basada en "una heroicidad que traspasaba los límites de lo verosímil" (10).
1. Diego I. Parada y Barreto, 'Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera', Jerez, Imprenta del Guadalete, 1878, pp. 164-165.
2. 'Gran Crónica de Alfonso XI', edición a cargo de Diego Catalán, Madrid, Gredos, 1977, vol. II, capítulo cclxii, pp. 275 y ss.
3. Fray Esteban Rallón, O.S.H., 'Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera', vol. II, edición a cargo de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, Universidad, 1998, p. 47.
4. Bartolomé Gutiérrez, 'Historia y Anales de... Xerez de la Frontera'. Libro Segundo, Jerez, Melchor García Ruiz, 1887, p. 199.
5. Fray Esteban Rallón, O.S.H., 'Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera'..., op.cit., vol. II, pp. 46-47.
6. Téngase presente, por otro lado, que en las inmediaciones de la ermita de los Santos de Alcalá han sobrevivido hasta hoy, con lo que ello implica, los topónimos de la vega de Pagana y -los más sugerentes- del cerro del Alarío, la cañada de la Pelea, el cerro del Moro y la mata del Tuerto -algunos de ellos bajo las aguas del embalse del Barbate-.
7. Alcalá de los Gazules en el Fondo Documental Sánchez del Arco, edición a cargo de Gabriel Almagro Montes de Oca, Cádiz, Ayto. de Alcalá de los Gazules, 2001, pp. 190-191.
8. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera, Actas Capitulares, 1484, fol. 45r.
9. Miguel Ángel Manzano Rodríguez, 'Consideraciones en torno a una biografía legendaria y difícil: Abu Malik 'Abd al-Wahid, conquistador de Gibraltar, rey de Algeciras y Ronda', en Idem y Concepción Vázquez de Benito (eds.), Actas XVI UEAI, Salamanca, AECI - CSIC - UEAI, 1995, pp. 309-322.
10. Juan Antonio Moreno Arana, 'La Historia Medieval, un instrumento para la acreditación y la exaltación de la oligarquía local en el Jerez de la Edad Moderna', en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla (1264-2014), Jerez, Ayuntamiento, p. 648.
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