El balcón
Ignacio Martínez
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Crónica personal
AMariano Rajoy le aparecen disidentes y sus adversarios empiezan a dar cuartos al pregonero por lo que consideran debilidad del presidente del PP. Habrá que ver qué ocurre de aquí a unos meses, pero las disidencias nunca han tumbado gobiernos en este país ni han puesto del revés a los partidos ni siquiera cuando Borrell le ganó a Joaquín Almunia las primarias: se buscó una bicefalia que acabó como el rosario de la aurora... con Borrell fuera de juego.
Rosa Estarás y Alicia Sánchez Camacho están avezadas en política. Mucho más que la recién llegada Montserrat Nebrera, aunque el alcalde de Calviá que aspiraba a la presidencia del PP balear, Carlos Delgado, sabe bastante de política a pesar de no haber logrado vencer a Estarás. Nebrera, que piensa que subir peldaños en un partido es tan fácil como participar en tertulias de radio y televisión, donde se ha labrado un merecido nombre, se ha puesto chula con su 43% de votos y ha dicho que no piensa hablar con nadie más abajo de Rajoy. Va lista. Con esas ínfulas le auguramos escaso porvenir político. No es consciente de que los muchos apoyos económicos con los que hoy cuenta desaparecen cuando se pierden unas elecciones. Y tampoco es consciente de que Sánchez Camacho sabe cómo defender su terreno y ampliarlo. Como no es consciente de que ha contado con los apoyos de los cabreados con la dirección nacional del partido, pero ese tipo de cabreos duran poco.
A Rajoy se la ha acusado hasta la saciedad de mostrar tibieza ante los puntos flacos de su partido. Ahora, cuando ha impuesto a su equipo sin aceptar condicionamientos e inicia una nueva andadura designando a personas de su confianza en las regiones en las que el PP está más débil, se le acusa de mangonear imponiendo candidatos. Como si nadie hubiera impuesto nada con anterioridad. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra, empezando por Fernández de la Vega, a la que Zapatero mandó a Valencia en contra del criterio regional, o la propia Nebrera, a la que impuso Piqué sin ser siquiera militante; por no hablar de un Rajoy designado por Aznar, un Chaves al que mandó Felipe González a Andalucía cuando no quería ni pensar en ello, o un Juan Fernando López Aguilar que fue designado por Zapatero candidato a la presidencia canaria sin que los canarios le hubieran reclamado sino todo lo contrario.
Rajoy quiere ganar elecciones, y eso le obliga a implicarse directamente en las regiones en donde el partido está más flojo. En Cataluña, con Nebrera de número dos de la lista, el PP tuvo un mediocre resultado en las autonómicas, y con Nebrera haciendo campaña en las generales quedó muy por debajo de lo esperado.
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