Su propio afán
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ESTA semana se exhibían en el escenario las cabezas de dos ex presidentes de la Junta, reclamadas por Podemos y Ciudadanos para abstenerse en la investidura de la jefa socialista andaluza. En el aire sonaba la queja de Chaves de que aquello era chantaje y la crítica de González porque se presumía la culpabilidad de Chaves y Griñán. Dos por el precio de una. Mi colega Enric Juliana ha escrito que el triunfo de Susana Díaz ha perdido esmalte, pero que la estrella ascendente de la política española no ha perdido instinto.
Acierta. Una vez más, el PSOE andaluz maneja el tablero político regional. Ante una máquina de poder tan profesional, los demás parecen aficionados. La jefa de Podemos ha pedido ¡generosidad! en las negociaciones, ignorante de que esa nobleza no se estila en los negocios políticos. Cuando los socialistas necesitaron a los andalucistas en el 96, consiguieron sus votos por una consejería y pico. Cuando hace tres años les hizo falta IU, fue parecido. El PCE era conocido en tiempos de Franco como el Partido porque no hubo otro en la oposición interior a la dictadura. Gente dura. Pero IU entró en el Gobierno andaluz con dos consejerías y pico. Un pizca más que el PA.
Valderas fue casi vicepresidente sin cartera, a Turismo le quitaron Deportes y cedieron Obras Públicas sin dinero y sin Ordenación del Territorio. Ahora puede pasar algo similar si Ciudadanos y Podemos no andan finos. Hay precedente: los otros cuatro grupos del Parlamento regional han permitido que el PSOE se haga con la presidencia de la Cámara, con una generosidad candorosa.
Susana Díaz perdió ya esmalte con su campaña electoral, populista para contrarrestar el auge de Podemos, o faltona, envuelta en la bandera blanca y verde, para defenderse de los embates del PP. Esta semana ha hecho rebajas: ha lanzado la idea de la doble vuelta en las elecciones y ha propuesto listas abiertas. Busca el favor de Ciudadanos. Pero cambiar leyes electorales debería hacerse con menos urgencia coyuntural. Y mucho mejor sería la elección de concejales y diputados por distritos pequeños, a la inglesa. Así todo el mundo sabría quién es su representante y dónde encontrarlo, no como ahora. La elección de alcalde a doble vuelta también es deseable. Pero, en fin, no es asunto para improvisar.
En todo caso, hay muchos dobles en la mesa: dos ex presidentes en oferta, dos ex socios damnificados, dos recién llegados cortejados como si fuesen de pitiminí, propuesta de dobles vueltas electorales como brindis al sol… Y hay un jugador experto, lanzando órdagos. Doble o nada.
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