Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
La ciudad y los días
En 1914 una sufragista se lió a puñaladas con la Venus del Espejo de Velázquez en la National Gallery de Londres.
El comunismo estalinista prohibió el cubismo, el fauvismo, el impresionismo, el surrealismo y el abstraccionismo porque representaban un arte formalista, elitista, burgués y cosmopolita que iba contra el ideario comunista y los intereses del proletariado. Se impuso el realismo socialista y muchas obras fueron destruidas u ocultadas hasta los años 80.
En esos mismos años 30 los nazis prohibieron el arte degenerado de las vanguardias acusándolo de bolchevique, judío, obsceno, propio de la negritud y subjetivista. En su lugar se propugnaba el realismo heroico que exaltara los valores y la pureza racial aria. Algunas obras requisadas fueron vendidas en el extranjero y otras, las más degeneradas o menos vendibles, quemadas en la Köpenickerstrasse de Berlín en marzo de 1939 (llamo la atención sobre el no casual paralelismo temporal y conceptual entre comunistas y nazis).
En noviembre de 1971 un comando de fachas con boinas y camisa azul asaltó la galería Theo de Madrid arrojando pintura y ácido sobre las obras de Picasso expuestas. Otros ataques en Madrid y Barcelona se produjeron, incluso con cócteles molotov, contra galerías y librerías que exhibían obras del pintor malagueño con motivo de su 90 cumpleaños.
En 2001 los talibanes destruyeron los Budas gigantes de Bamiyán porque ofendían al islam.
Todos los agresores tenían valores que defender al precio de la destrucción de las obras de arte, ya fuera el voto de la mujer, la revolución comunista, la pureza racial aria, el falangismo o el islam. Ahora la causa es el ecologismo. Tres militantes fanáticos del movimiento Just Stop Oil han atacado La joven de la perla de Vermeer en el museo Mauritshuis de La Haya. Pocos días antes otros militantes de la misma organización atacaron Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery y otros del grupo ecologista Última Generación un cuadro de la serie Les meules de Monet en el museo Barberini de Potsdam. El pasado 9 de octubre fue atacada, siempre en nombre de la causa climática, Masacre en Corea de Picasso en la Galería Nacional de Victoria en Melbourne. En ningún caso las obras, protegidas por cristales, han sido dañadas. Pero cuidado con el efecto llamada. Estos gilipollas fanáticos tienen una causa tan, tan importante, que su defensa lo justifica todo.
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