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Es la nueva especie de energúmenos que azotan la democracia, avasallan la libertad, socavan el progreso, desprecian la tolerancia y coartan el bienestar social. Así de claro, así de contundente, así de triste.
Lo de esta gente, no es que se pase de castaño oscuro, es que es, sencillamente, impresentable, inasumible e intolerable.
Estamos donde estamos. La situación es la que todos conocemos. Los problemas, los sabidos. Las alternativas, escasas, pobres y caducas. Pero todo eso da igual, les da igual. 'Los verdes' quieren seguir pasando su apisonadora fanática sobre todo lo que no sea lo que ellos quieren. No reparan en los 'daños colaterales' -que tanto gustan de usar como excusa y manipular-, ni de las consecuencias, no verdes, sino negras, que su desfachatez obcecada y carente de argumentación solida, provoca en la mayoría -digo: la mayoría- de los ciudadanos, no ya necesitados, si no al borde del puto abismo, ¡no!, ¿para qué?, ellos sólo piensan en 'pumba', el papasito de 'bambi', el jaramago olvidado 'en peligro de extinción', la mierda de perro que hay que proteger o el pedregal estéril, aunque, eso sí: 'una riqueza natural' que te cagas …
Hay un proyecto en Tarifa, un hermoso pueblo gaditano afectado por un cáncer con metástasis: el 40% de paro -el 40%-. Pues bien, su Ayuntamiento -representante de la soberanía popular, elegido democráticamente-, ha presentado un plan para construir, en una de sus muchas maravillosas playas, un hotel con 150 habitaciones y una urbanización con 300 casas.
Todo legal, transparente, respetuoso con el medio ambiente…, sí: respetuoso, y razonable, en fin. . El hotel, sin pasar de las tres alturas; las casas, adaptadas a la normativa ambiental vigente; la Ley de costas, respetada. El beneficio: cientos de puestos de trabajo directos, miles de indirectos; riqueza para el pueblo, negocio para las pequeñas empresas, futuro para los autónomos… Inconvenientes, reales: que en la playa no van a poder estar, solo, las cuatro sombrillas que solían hacerlo y que no dejaban ni medio euro en los negocios de la zona. Daño medioambiental: ¡inapreciable!, daños ecológicos: ¡inapreciables!, beneficios sociales: ¡irrenunciables!, beneficios económicos: ¡necesarios!
Pero bueno, pongamos que cada parte tiene su parte -valga la reiteración- de razón, es mucho poner, pero pongamos. Vivimos en un Estado libre, ¿no?, esto es una democracia, ¿no?, pues vamos a votar, ¡vamos a votar! no nosotros, los habitantes de Tarifa, y dejemos que sean ellos los que, dentro de la legalidad, decidan un futuro del que son dueños, entre otras cosas, porque el proyecto no va contra ninguna ley vigente, no es ninguna desfachatez, tiene ventajas obvias e inconvenientes superables, ¿no?, repito: ¿¿¿no???
Pero no, 'ellos', los profetas de un Apocalipsis que sólo existe en sus mentes enfermizas, dicen que no, que no se pueden tocar los jaramagos, que la playa tiene que seguir vacía, que la gente tiene que seguirse jodiendo y que 'la riqueza natural' -lo que ellos consideran 'riqueza natural', claro- es mucho más importante que el pan en la mesa de los que no lo tienen. Son estos 'demócratas', los palizas de siempre, los que se arrogan en exclusiva 'el progresismo y la libertad', los que machacan a quien no piensa como ellos y no comulga con las ruedas de molino que 'piadosamente' administran en sus 'cultos' canallescos; ellos, faltaría más, están limpios de culpa, y de sospecha, los demás -la inmensa mayoría, o somos ignorantes, o somos fascistas, o somos catetos, o somos incultos o simplemente, somos idiotas. Ellos, levitando en su Olimpo verde cotroso y roído, no, ellos, son 'de otra pasta'
¿Saben qué? Pues que este planeta no es suyo, es de todos, y, ya lo dejó muy clarito Václav Klaus -ex presidente de la República Checa-: es un planeta azul, ¡AZUL!, no verde.
La sharia 'ecologista' que, por narices, quieren imponer, se la aplican ustedes en sus casas, si quieren; nosotros ni la queremos, ni la necesitamos, ni la permitiremos.
¡Azul, no verde!
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