La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
Cambio de sentido
Hay algo de lo que recelo dentro del verbo normalizar, término de moda que hay que pronunciar con aires de saber lo que decimos. Prefiero habituar, es más exacto. A lo que voy: hay quien diría que hemos normalizado las actitudes canallas en política, por decir que estamos asistiendo a una escalada de matonismo y marrullería que da vergüenza ajena. A título individual y como sociedad, más nos valdría dejarles claro a sus vuecencias, excelencias y señorías que con nosotros no cuenten, que no les vamos a consentir más desplantes, agresiones ni amenazas, ni vamos a atender a sus llamamientos pirómanos, como hacen sus prosélitos. Si acaso quieren darse entre ellos, que se vayan al callejón de atrás, no a las puertas de Troya, que no son Héctor y Aquiles ni están salvando al pueblo.
Porque una cosa es la liza política y la retórica que aprieta fuerte las tuercas, pero sin arrimarse a mentiras ni falacias, y otra este espectáculo. Eso de Daniel Viondi (PSOE) de tocarle la carita al alcalde de Madrid, no es un error –como dijo, queriéndose justificar–: es mala leche reconcentrada, de la que gastan losnenacos que escupen en la oreja al “tonto” de la clase. El desprecio de la presidenta de la Cortes de Aragón, de Vox, negándole el saludo a la Ministra de Igualdad (Podemos), de la que ya dijo que “sólo sabe arrodillarse para medrar” (no falla: lo que decimos habla más de nosotros mismos que de los demás), certifica que no es digna del cargo que ostenta. Que Óscar Puente (PSOE) se vea increpado por un imitador de imitadores de periodistas –de esos que piden a gritos que se les mande adonde pican los pollos, para a continuación hacerse las víctimas– da la temperatura de hasta dónde se está calentando el ambiente. Que en todas las plazoletas haya un niñato, no me sorprende; lo grave es que nada menos que un diputado del PP, Miguel Tellado, escriba que los del PSOE ya no pueden salir a la calle, porque esto es lo que les espera. A este paso, pronto habrá –si acaso no lo hay ya– quien defienda las bondades ejemplarizantes del linchamiento. Para rematar la estampa literalmente goyesca, esto de Abascal, a propósito de la posible –y cuestionable, por supuesto– amnistía: “El pueblo español tiene el derecho a defenderse, después no vengan ustedes con lloriqueos”. ¿Qué sugiere el cabeza de la extrema derecha?
Ante este patio, pareciera que nos están dando a elegir entre el encanallamiento o la desafección. La consciencia nos asista y nos libre de ser utilizados.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Memoria de Auschwitz
La colmena
Magdalena Trillo
Gracias, Errejón