Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
El pinsapar
Siempre me he considerado un español clásico por mi amor a Alemania, mi ternura hacia Portugal, la pasión por Italia, la desconfianza en Inglaterra y lo de Francia. Ciertamente. Esto mismo lo he percibido en Ortega, Unamuno, el 98 en general, el 27 y las generaciones anteriores y posteriores. Lo de Francia, también. ¿Pero qué era lo de Francia? Esto de ahora, el debate que está surgiendo en la sociedad política y en la gente sobre la vuelta a la energía nuclear o, mejor dicho, el incremento de la misma como una cuestión de supervivencia, de autonomía energética de la nación. A Francia, como a España, le falta el petróleo, el carbón y el gas. Las energías alternativas -solar, eólica, hidráulica- no son suficientes para mantener el Estado ni la sociedad en los niveles de progreso y crecimiento. Por eso fueron a la nuclear y esta energía -tan limpia como peligrosa- la han mantenido sin moratoria alguna por su idea contrastada de la soberanía francesa. Es como cuando De Gaulle consiguió su bomba atómica. Si Rusia e Inglaterra poseían la bomba, Francia no podría ser menos. En eso consiste la autonomía de un Estado, en la no dependencia de elementos claves, como la energía o la Defensa. En España, la última central que se iba a construir, para ser la principal fuente energética de la potente industria vasca, fue Lemóniz. ETA la puso en su punto criminal de mira y acabó triunfando, no sólo por el asesinato alevoso de un ingeniero de la Central, por lograr sumar a poblaciones y crear el clima contrario en un importante número de ciudadanos. Desde entonces, ningún nuevo intento siquiera. La industria vasca se alimenta de energías que encarecen los productos finales frente a la competencia de otros. Los incidentes de Japón, más lo de Chernóbil, han sido definitivos contra "las nucleares" pero ayer, el kilovatio/hora se fue a las nubes en España, con su repercusión en cascada y el daño subsiguiente a la economía, a la inflación y todos los males que conllevan estas alteraciones. Y todavía no se ha producido aquí "lo de Francia". Digo que el Gobierno de Sánchez no ha presentado un proyecto al Parlamento sobre construcción de centrales ni se ha puesto el asunto en el centro del debate nacional, que no sale del círculo de tiza de Ayuso/Casado y demás boberías. No somos Francia, es evidente. Porque si lo fuéramos haría tiempo de que algunos departamentos de la Nación estarían estudiando el futuro de lo nuclear, que hace realmente soberano al Estado y no se ve influido por un conflicto lejano entre Argelia y Marruecos. O Bielorrusia y Putin.
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