Línea de Fondo
Santiago Cordero
Xerecismo
Crónicas levantiscas
Una campaña electoral es un ruedo donde todos los candidatos se creen toreros, aunque sólo será uno quien termine citando a los otros con el engaño. Le entran al trapo. En campaña se es torero o toro, y en la de Madrid Isabel Díaz Ayuso manda en la faena. El último artefacto electoral ha sido el de la negociación para comprar vacunas Sputnik, y ahí se han lanzado todos, Gobierno central incluido, para rebatir lo que es un farol. Escuchen: si quieren dormir tranquilos, cambien de cadena, en Madrid no hay nada bueno estos días.
Una vacuna no es un huevo que se echa a freír, la producción en línea de los viales viene a durar entre 60 y 80 días y, cuando se termina, hay 4.000 millones de personas y sus respectivos gobiernos dispuestos a comprar el remedio gota a gota. Si España o Madrid o Murcia o Andalucía, hubiesen ido en solitario a comprar vacunas, nos lamentaríamos de otro zoco de mascarillas y test falsos. Sí, hay lío, pero pensemos que hace justo un año nadie llegaba a imaginar que 12 meses después tendríamos vacunados a los mayores de 80 años y los de 60 y 70 ya estarían en cola.
La tardanza y los quiebros de Astrazeneca (qué pronto se ha salido Oxford del apellido) provocan angustia y nerviosismo, pero evitemos el ridículo. Verán, hasta ahora, hasta esta semana, Rusia ha producido 20 millones de dosis de su Sputnik. Sólo España ha recibido ya 12 millones de las tres marcas autorizadas por Bruselas. En las fábricas de vacunas que hay en el territorio de la UE se han producido cerca de 190 millones de viales. ¿De qué hablamos, entonces? De la nada o de, lo que es peor, de una estrategia rusa para inquietar e interferir en casa ajena, que es a lo que se dedica Putin.
Eslovaquia compró 200.000 viales de Sputnik el 1 de marzo, pero su agencia supervisora pecó de prudente, analizó algunas entregas y descubrió que ese líquido no tenía las mismas propiedades que el Fondo Ruso de Inversión Directo había publicado en The Lancet. ¿Saben qué ha hecho Rusia? Demandar a Eslovaquia y solicitar que le devuelvan los viales, porque no tenían permiso contractual para analizar sus vacunas.
Madrid puede hacer de aquí al 4 de mayo lo que le venga en gana, mientras no le meta fuego al resto de España, pero lo mejor es cambiar de canal. Y sepan que Rusia lleva décadas queriendo romper la formación de tortuga que es Europa, prueben a imaginar qué haría luchando por su cuenta fuera de la formación de legionarios romanos. Que esto no es freír un huevo ni el colesterol que lleva en su yema nos va a provocar un infarto de hoy para mañana.
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