Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
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A mediados del siglo XX, el siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, escribió El gatopardo, una novela ambientada en los tiempos de la unificación italiana que tuvo gran éxito de crítica y público, especialmente por la versión cinematográfica que dirigiera el exquisito Luchino Visconti. En su obra, Lampedusa definió con una sola frase: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie", la doble moral y el cinismo con el que los partidarios del Antiguo Régimen se adaptaron con pasmosa facilidad al triunfo inevitable de la revolución usándolo, obviamente, en su propio beneficio. Desde entonces la frase, y lo que encierra, se ha venido utilizando muchas más veces de las que el ínclito Giuseppe hubiera soñado jamás. La traigo a colación a cuenta del acabose de Sálvame en favor de Ana Rosa Quintana y sus huestes catódicas. Algo del espíritu de aquel aristócrata siciliano se esconde detrás de todo esto, al fin y al cabo, italiano es Silvio Berlusconi, el propietario del canal. Catorce años no son muchos para un programa de televisión si cuenta, entre otras cosas, con prestigio y el respeto de la audiencia, pero no ha sido el caso. Sálvame se limitó a aprovechar la descarada y descarnada novedad del circo mediático para convertirse en una incubadora de nadies que querían ser alguien, de gente capaz de vender a sus señoras madres por un buen dato de audiencia, y en un nido de bulos, manipulaciones, mentiras y ninguna vergüenza. Pero en catorce años la audiencia cambia, la novedad se agria, y empezaron a desbarrar más de la cuenta. Buen momento para anunciar un gran cambio en las normas éticas de la cadena… y entronizar a Ana Rosa, quien también tiene a sus espaldas un buen número de denuncias por bulos, desinformación y manipulación interesadas. A partir de junio la tendremos hasta en la sopa y resulta fácil adivinar a quién va a tener permanentemente en la diana. La decisión de cerrar el programa y el anuncio de su sustituta ha coincidido con un cambio importante al frente de la cadena. Se fue Paolo Vasile, buen conocedor del negocio, y pusieron en su lugar a un antiguo presidente de Endesa, Borja Prado, al que le han colocado un consejero delegado italiano, con órdenes, al parecer, muy claras: hacer pupa a la izquierda y ganar pasta. Con una caída importante de las audiencias y las nuevas generaciones pasando olímpicamente de la caja tonta, los mamachichos han empezado por cambiarlo todo, para seguir exactamente dónde estaban. Gatopardismo habemus. Acabáramos.
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