La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
En tránsito
Cuando los primeros occidentales descubrieron el ornitorrinco en Australia, nadie supo muy bien qué tipo de criatura era aquella. Aquel bicho tenía un grueso pico de pato y un cuerpo peludo de nutria, pero ponía huevos y amamantaba a sus crías. Y encima vivía en el agua y tenía pezuñas palmípedas. ¿Qué era aquello? ¿Un ave que se había equivocado de elemento? ¿Un mamífero sometido a un proceso evolutivo demente? Los biólogos tardaron muchos años en descubrir la verdad. Pues bien, lo mismo les va a pasar a los politólogos que estos días quieren descifrar qué clase de asombrosa criatura política es Vladimir Putin. ¿Es un comunista? ¿Es un populista de extrema derecha? ¿Es un zarista, como sostiene Javier Bardem? ¿Es un ultracapitalista aliado con la mafia rusa?
La respuesta no es fácil, pero hay hechos evidentes. Ante todo, Putin es un hombre que se educó en los valores del mundo soviético -el homo sovieticus que estudió a fondo la gran Svetlana Alexiévich-, ya que llegó a ser teniente coronel del KGB y estuvo destinado en la Alemania Oriental (la comunista). Eso quiere decir que Putin es un hombre acostumbrado a vivir sin oposición política y sin libertad de expresión, y que tiene por norma encarcelar a los disidentes o eliminarlos a base de venenos y chanchullos.
Eso también quiere decir que Putin añora el enorme poderío militar de la URSS, y por eso mismo considera normal que los países del Este vivan sometidos a los intereses de Rusia. En este sentido, Putin vivió la disolución de la URSS como una tragedia personal. Desde entonces, todos sus intentos por resucitar el pasado imperial de Rusia no son más que una tentativa desesperada por reconstruir el gigante militar que dejó de existir en 1991. Pero Putin, además, es un oportunista que se apunta a cualquier bando con tal de mantenerse en el poder. En realidad, su único ideario es el poder por el poder, y sus únicas motivaciones políticas son el resentimiento y la paranoia, tal como le pasó a Stalin, un personaje con el que comparte mucho más de lo que parece.
En fin, digamos que el ornitorrinco Putin tiene un pico de comunista soviético, pero el cuerpo peludo de un ultranacionalista ruso de extrema derecha. En pocas palabras, este buen hombre reúne lo peor del comunismo y del fascismo (si es que esas dos palabras no significan lo mismo). Una joya.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Memoria de Auschwitz
La colmena
Magdalena Trillo
Gracias, Errejón