Tacho Rufino

Impuestos sí, o todavía no

Gafas de cerca

18 de abril 2021 - 01:38

El plan, dicho en corto, es el siguiente: los ingresos y gastos del Estado previstos por los Presupuestos que se parieron con fórceps y extrañas coaliciones, cada uno con su "qué hay de lo mío", eran una trola y una patada a seguir... a seguir en el poder. El plan es, también, que no sólo hay un déficit presupuestario inesperado y muy grande, que contribuye a ocasionar un incremento insano -sobre todo para nuestros hijos- de la deuda pública, una losa que requiere de crecimiento para quitarla de encima. Sino que los gastos públicos se han disparado y los ingresos -impuestos- han menguado. Esa rata, ¿quién la mata?

Europa proveerá de flotadores, unos a fondo perdido, otros a crédito, y todos con condiciones: "Los dineros, España, no los inviertas o gastes en apagar fuegos de pensiones o sanidad o educación, o corto el grifo". El parlamentarismo serie B nos castigó esta semana con el anuncio de doscientos -o trecientos, o más- planes de aplicación de los fondos para la reconstrucción y la resiliencia de las narices. El coche eléctrico obrará el mangazo con causa: sus impuestos de usted y los míos ayudarán a que un vecino que quiera un coche reciba 7.000 pavos de gañote. Es para reflexionar. En fin, la cuenta no se cuadra sólo con el maná de Fráncfort -aún por aprobar por todos-, sino que exigirá, a saber, aumentar los ingresos y/o reducir los gastos públicos. Para aumentar los ingresos, o hay brío económico y consumo y se recauda más por IVA, o se aprieta a las rentas del trabajo -a las de siempre, desincentivando la prosperidad-… o se suben los tipos por Patrimonio, se recupera el retrógrado Sucesiones, se sube la gasolina a tope, se infla la factura de la luz con nuevos peajes.

Calviño, la sensatez técnica, dice: subidas de impuestos a corto plazo, de ninguna manera. La aguerrida Montero, que es la titular del negociado de impuestos, dice: vayamos, vayamos a subirlos ya. Sánchez, chitón: especialista en perfiles, es el típico dirigente que pone a sus subordinados a los pies de los caballos para no exponer su trasero. Es de mucho temerse que en España habrá que subir el IVA, o al menos eliminar no pocos tipos superreducidos. Habría -y es fácil decirlo- que haber subido los impuestos cuando la cosa iba bien. Y no en plena debacle: eso es dispararse los metatarsianos para mantenerse vivos. Por eso, parecía bien claro que la crispación de Calviño esta semana al negar -a Montero- un incremento de la presión fiscal es la clara muestra de su angustia. A ver lo que dura la vicepresidenta económica ahí.

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