El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
HACE veinte años y seis días que falleció el poeta Jame Gil de Biedma. Entonces, Rafael Alberti escribió y publicó en la prensa las siguientes líneas: "Una vez hace años en un café de Barcelona coincidí con el gran poeta Jaime Gil de Biedma, que había tenido la amabilidad de dedicarme un magnífico poema -'El juego de hacer versos'- en su libro 'Moralidades'. Aprecio y admiro verdaderamente su trabajo, tanto en la poesía como su diario o el estudio sobre Jorge Guillén y lo se entre los mejores poetas españoles de los últimos tiempos. Consciente de la importancia de su obra y de la enorme influencia en las generaciones, lo propuse en dos ocasiones para el Premio Cervantes y he sentido mucho que haya fallecido sin que se lo concedieran."
Bastan, pues, las transcritas palabras albertianas, para fijar ante el atento lector la valía de uno de los poetas más representativos del grupo de los cincuenta. Natural de Nava de la Asunción (Segovia), nació en 1929, en el seno de una familia burguesa y se trasladó muy joven a Barcelona, donde su padre trabajaba para la Compañía de Tabacos de Filipinas. Atraído por las letras, Jaime Gil de Biedma se licenció en Derecho en Salamanca, colaborando con su familia en el negocio tabaquero, aunque su ocupación fundamental fue siempre la escritura, adentrándose inmediatamente en el compromiso social de moda desde su primer poemario, titulado "Las afueras", al que siguió, agudizándose la tendencia, "Compañeros de viaje". Mientras su vida personal se ligaba a miembros del marxismo y sus sentimientos homosexuales le llevaron a vivir experiencias un tanto autodestructivas, escribiendo "Moralidades", de hondo contenido social.
En 1965 dio a la estampa su libro más erótico: "A favor de Venus". Sus siguientes publicaciones fueron "Poemas póstumos", "Diario del artista seriamente enfermo" (memorias), "El pie de la letra" (ensayos), "Las personas del verbo" y "No volveré a ser joven". Al llegar 1974, sufre una crisis que le sumerge en un largo nihilismo y desencanto político. Murió víctima de sida, en 1990, al lado de su compañero, el actor Josep Madero. Y el pasado año, su biografía ha quedado insertada en la película "El cónsul de Sodoma", dirigida por Sigfrid Monleón, lo que denota la actualidad de su personalidad literaria veinte años después de su muerte.
Destaquemos hoy, una opinión acerca de su quehacer gustoso, la firmada por José Hierro: "Jaime Gil de Biedma entiende su trabajo poético como una tentativa de humanizar la vida. Encadena sus versos como diálogos abiertos. Se trata de una poesía de signo conversacional, en la que se aprecia cierto influjo de Cernuda". Y unos versos que, conversacionales, dan su visión de su vida: "Así yo estuve aquí/ dentro del vientre de mi madre,/ y es verdad que algo oscuro, que algo auténticamente anterior me atrae/ por estos sitios destartalados".
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