Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
Alfa: Por la terraza de casa -hogar, dulce hogar- se cuela de rondón un intenso olor a goma quemada. En la calle -Avenida de Europa- toman mando en plaza los moteros. Bienvenidos sean. A su ciudad vienen. Celebran -con alborozo- su Día de la Victoria. Nadie camina a la deriva por las aceras. Jerez echa humo. Para los visitantes todo va sobre ruedas. Desde la altura de mi cuarta planta observo una estampa que bien pudiera definirse -aproximando que es gerundio- como los versos de Caballero Bonald en su obra ‘Manual de infractores’: “La ventana da a un mundo de dioses preteridos./ Alrededor no hay nadie, sólo la multitud”. Me sobreviene el título de la película protagonizada por Charlton Heston: ‘Cuando ruge la marabunta’. Los jerezanos, por un altruista sentido de la hospitalidad, no huyen del ruido. Más bien coparticipan del cónclave. Sostenemos anualmente a viajeros de paso. En las azoteas del imaginario popular se alinean los galgos corredores. La velocidad aquí impera sobre el silencio administrativo conjurado por los enemigos de esta concentración que tanto bueno reporta a Jerez. Los bares están de bote en bote. Chapeau por los hosteleros que saben estar a la altura. El ambiente jamás es gregario. Ni menos aún sectario. Todos deseamos que no… que no se rompa la noche. ¡Bien por los jerezanos! Como decía Ernest Hemingway de París, también Jerez ha sido una fiesta.
Beta: Hace un par de domingos asisto, invitado, a la XXXVII Exhibición de Enganches que tiene lugar en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla. Que no es sitio manco, dicho sea a pitón pasado. El Paseo de Cristóbal Colón ofrece una imagen social de tarde cofradías de la Semana Santa hispalense. Con esta muchedumbre que forma una bulla que no cesa. El monumento a la Duquesa de Alba es punto de encuentro. Al cernudiano modo. Las mujeres edifican por sí mismas otro monumento coral: el de la Belleza andaluza. Clima caluroso. La salida se produce en la Glorieta de Luca de Tena. Las corbatas son todas estilosas. Ninguna de diseño chapado a la antigua. Alguna piel blanca acaba de tostarse en apenas diez minutos -sin necesidad de pasar por el tostadero de la playa de Valdelagrana-. Esta morenez constituye otro de los obsequios de una Maestranza con travelling abarrotado de personal hasta la bandera. Posteriormente pongo pie en la Feria sevillana. Dentro del recinto no hay nadie… Nadie que no pueda dar un paso, quise decir. Me alegra escuchar sevillanas de los hermanos Reyes. Es como una invitación -conservadora- de vuelta a los orígenes. Los chocos fritos están de rechupete. La gente cumple la máxima de Malcolm Forbes: “Mientras vivas, vive”.
Gamma: Dos amigas Cármenes me ofrecen sendos mensajes en abierto desde sus estados de WhatsApp. La primera -cuya personalidad es canela pura en rama- dicta lo siguiente: “Unos buenos padres no preparan el camino para sus hijos. Preparan a sus hijos para el camino”. Esta aseveración merece una salida a hombros por la Puerta Grande. La segunda Carmen -muy profesional en lo suyo, pongamos que hablamos de la asesoría fiscal y contable- publica a los cuatro vientos un todopoderoso manual de supervivencia que tiene mucho de ‘El sendero de la mano izquierda’ -que es el sendero que parte del músculo cordial, o sea del corazón-: “Tragarse el orgullo no engorda. Ir de duro no te hace más fuerte. Las lágrimas salen, pero también llenan. Perdonar engrandece. Pedir perdón te hace inmenso. Preguntar te hace sabio. Quedarte con la duda te vuelve imbécil. Amar no es de débiles. Odiar es para el corazón débil…”.
Delta: ¡Qué bien está haciendo las cosas la Hermandad de la Lanzada! No hay más que observar los fundamentos y las fundamentaciones de cada una de sus acciones. La Hermandad -todas las Hermandades- es cuestión de tantos, que llega a serlo de todos. La Lanzada ha creado una comisión del 75 aniversario fundacional integrada por excelentes cofrades dispuestos a dar el todo por el todo de cara a estas prometedoras bodas de diamante. ¡Enhorabuena por adelantado!
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