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Me consta que el bueno de Paco Zurita ha recibido la encomienda con máxima predisposición. Ha puesto nuestro delegado -sin dilación, sin rémora, sin demora- manos a la obra tras la fructífera reunión que han mantenido en el consistorio jerezano María José García-Pelayo -acompañada del citado concejal, que lo es en términos exactos de Cultura, Fiestas, Patrimonio Histórico y Capitalidad Cultural- con la junta directiva de la Agrupación Parroquial Nuestro Padre Jesús de la Humildad. Vulgo Barbadillo. Pago: Barbadillo. Sobrenombre popular: Barbadillo. Una entidad presidida por el eficaz Francisco José Guillén -Fran para los amigos-, que es toda transparencia y todo corazón. Madruga Fran más que el lechero. A nadie da betún. No calienta el asiento. Tampoco se anda con chiquitas. Conoce los entresijos de cuanto trae entre manos. Frente a la pujanza de tan joven dirigente ninguna disyuntiva desfallece. Fran cree a pies juntillas en esta realidad con visos de pronta Hermandad. La ilusión no escasea. En su talante diario el brío no mengua, el entusiasmo amanece automático, los ánimos proyectan luz de Faro de Alejandría. Cuando tratas con la gente noble de Barbadillo surge de inmediato como una dulzura de pasamanería. Nada se malicia, nada de malogra. Todo posibilita el objetivo a corto plazo. La unidad de sus miembros resulta capital. El plan común de los vecinos sencillos de esta barriada nunca desata esfuerzos en balde. Los contratiempos son in extremis tumbados por un subyacente manifiesto de ímpetu corporativo. Ad maiorem Dei gloriam.
Este reciente Sábado de Pasión congregaron a una selecta multitud a lo largo del itinerario de vuelta, entre Princi-Jerez y Santa Rosa. Aquello andaba de dulce. En unas deliciosas vísperas sin amenaza de aguacero. Noche también para rancios de excelsos criterios. El Señor parecía ingrávido según el exquisito trabajo de sus costaleros. La pasada semana nuestra alcaldesa captó al instante la notabilidad vigorosa de este trabajo de cofrades instalados en la modernidad. A la reunión asistió el sacerdote Juan Jacinto del Castillo. Un garante del más pragmático asesoramiento. Juan Jacinto vale su peso en oro: posee mano maestra cuando de gestionar y de estructurar proyectos se trata. Agrupación Parroquial y Juan Jacinto han hecho causa común. Coincidí con ellos, de pura casualidad, a la hora del café. A escasos minutos del término de la reunión celebrada en el Ayuntamiento. Me contaron cómo presentaron a la alcaldesa el germen, la idea, el boceto de la nueva parroquia de Nuestra Señora del Rocío, promovido por la misma Agrupación con el respaldo directo y abierto de la Diócesis de Asidonia-Jerez. No cabe la menor duda que, a tenor de los planos expuestos, pronto será una gozosa realidad ubicada sobre unos terrenos municipales cedidos al obispado precisamente en la barriada del Rocío.
¿Qué aportaciones cuadrarían en derechura? Una caseta de Feria de dos módulos, por ejemplo, puede servir de acicate para la generación económica operativa. La trabajarían a fondo. ¿Verdad que sí? A más de otras iniciativas que ojalá doten de pingües beneficios las arcas de los devotos de Nuestro Padre Jesús de la Humildad. Es necesario obtener fondos de cara a financiar las inminentes obras. En Barbadillo no caen los anillos del trabajo ímprobo ni duelen prendas cuando sudar la gota gorda se ha dicho. Séneca afirmó que una gran fortuna es una gran servidumbre. No así en el caso que nos ocupa, donde en un santiamén trocamos servidumbre por servicio (voluntario y voluntarioso). El escritor ateniense Meandro proclamó que “quien tiene la voluntad, tiene la fuerza”. Afirmación que viene como horma de zapato. Ni pintiparada. Al dedillo, al cintillo. García-Pelayo recalca el espíritu colaborador del gobierno municipal para con los entusiastas cofrades del Sábado de Pasión. Siempre en la medida de las posibilidades y en orden a la legalidad vigente. Hacer las cosas bien no crea goteras.
Los niños y adultos de Barbadillo asumen a las claras su papel evangelizador. Juan Jacinto ademas insiste en este sentido. A donde el corazón se inclina, el pie camina. Así reza el viejo refranero. Fran y los suyos saben que -a juzgar por el acento machadiano- se hace camino al andar. Hay que desbrozar los obstáculos que salten o asalten durante el trayecto. La libertad no es una fruta al alcance de todas las manos, Francisco Ayala dixit. Y los jerezanos de Barbadillo la poseen -libertad de movimientos me refiero- con la fortaleza anímica en una mano y el Evangelio en la otra. Por el momento arrecian rifas, caracoladas, papeletas, sorteos y toda suerte de ideas al respecto de ingresos atípicos. Los caracoles de estos muchachos están de rechupete.
Enganchan, crean sana adicción. Los despachan -para llevar- en tarrinas de kilo. Por un euro más los entregan a domicilio. Por facilidades que no se diga. Para evangelizar no se precisa antigüedad corporativa. Ni una cierta adultez. Barbadillo rebosa juventud. El 20 de diciembre de 1985, en su discurso al Sacro Colegio Cardenalicio, a la Curia y a la Prelatura romana, san Juan Pablo II argumentó que “la Iglesia debe mirar a los jóvenes como a su esperanza: ante todo porque de ellos proceden las vocaciones, que constituyen la garantía de la fecundidad de la Iglesia (…) Los jóvenes deben sentirse acompañados por la Iglesia”. Enhorabuena a todos aquellos que ahora comienzan por la base -y no por el tejado- la futura casa de Dios en la barriada del Rocío.
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