Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
L0S Haxton, Ben y Jamie, han venido este año para ver el Gran Premio en el Circuito de Jerez como han hecho cientos de miles de personas y como viene sucediendo desde que se celebra en nuestra tierra el mundial. Aún recuerdo cuando un Pedro Pacheco exultante solía atendernos los domingos tras la carreras y nos contaba aquello de que "Jerez se ha convertido en la nueva catedral del motociclismo superando incluso al circuito holandés de Assen".
Mi carrera profesional y, sobre todo, trabajar en Onda Jerez me ha permitido vivir, disfrutar, conocer desde una posición privilegiada el mundial de motos de Jerez. He vivido y contado historias en los boxes, en el paddock, en las curvas, en los motorhome, en los hospitality, en las mezzaninas, en sala de prensa, en la sala de control, en el pit lane, en los accesos, en las calles de Jerez. Puede que algunos incluso recuerden aquel programa en el que lo contábamos, Todo Motor. Lo que siempre me ha gustado ha sido poder contar historias.
Las casualidades de la vida me permitieron conocer este fin de semana a los Haxton, Ben y Jamie, en un bar cerca de casa. Era sábado por la tarde, mientras compartía un rato de tertulia con unos amigos, aparecieron Ben, el padre y Jamie, el hijo, para pedir un par de bebidas. El caso es que cinco minutos más tarde empezamos los tres a entablar una conversación. Al principio, las típicas preguntas de mí a ellos y de ellos a mí. ¿De dónde sois? ¿Motos? ¿Quién es tu piloto favorito? ¿Os gusta Jerez? ¿Qué tal el ambiente?
A medida que pasaban los minutos fui descubriendo que eran amantes del motociclismo, aficionados del Chelsea, que vivían en Londres y aspectos de sus vidas que otorgaban a este viaje a Jerez lazos sentimentales muy intensos. Yo los convertí en seguidores de Todo Motor y les conté que una vez estuve con Crivillé y Félix en el podio tras ganar el catalán la carrera de 500, también aquella vez que consolé a Aspar en su Box o de aquellas charlas con Nieto y Cayetano.
Los Haxton, Ben y Jamie me regalaron pasar una velada entrañable en las que reviví aquellos mundiales que tuve la fortuna de poder vivir y contar. Mientras los acompañaba al hotel en el que se han hospedado les comenté que ya formaban parte de mis historias del mundial. Al fin y al cabo, da igual que veas el mundial desde la zona vip, desde la grada, desde la pelouse, desde un box o desde tu casa, con el paso del tiempo une descubre que lo que importa son las vivencias y las historias que contar.
Por eso les comenté que cuando dentro de 10 años alguien me pregunte sobre el mundial de 2024, yo consultaré en internet los resultados de las carreras, pero le podré contar una bonita historia: El día que conocí a los Haxton, Ben y Jamie.
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