Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Gafas de cerca
Si hay algo que desmonta la creencia sobre nuestro parecido con los italianos -más que nada, nos entendemos superficialmente sin traductor- es que mientras que ellos hacen virtud de una trivialidad que los hace incapaces de vivir sufrientes, nosotros, como mostró con grandiosa guasa Cervantes, basculamos, con tópico afán idealista, entre lo trágico, lo dramático y, casi sin querer, lo cómico, y lo hacemos de la mano de un concepto genuinamente español como es la honra (que no ya el honor). El escritor italiano Claudio Magris -que, por cierto, en absoluto es un ejemplo del tópico del italiano viva la virgen, quizá por su condición de triestino, o sea, medio esloveno- escribió sobre El Quijote que es un personaje "que demuestra la unidad indisoluble entre utopía y desencanto". Hablemos de populismos ultra, de redenciones y encantamientos.
En un cosmos político que no rechaza la vejez, la joven Giorgia Meloni (46 años) es la primera mujer presidente del Consiglio dei Ministri. "Il Presidente", y no La Presidenta: los Fratelli d'Italia prefieren el neutro, haciendo bandera frente al feminismo antiderecha (recordemos sin entrar en juicio: el sufijo -ente significa quien es, o sea, es bivalente masculino/femenino). Meloni es breve de tamaño, y fue friqui de El Señor de los Anillos, pero no del regio Aragorn ni de la magia pagana... sino de los chiquitines hortelanos: ella se disfrazaba de hobbit. El propio Tolkien afirmaba que "son las manos pequeñas las que cambian el mundo". Pero desechemos la idea de que esta mujer estudiosa y autoexigente pero no universitaria, que reivindicó otrora a Mussolini, tenga un perfil bajo: rechaza el aborto de plano, y todo lo que huela a LGTBI, incluidos a los homosexuales o a las familias no ortodoxas. Es pro saharaui -se la trae al pairo el surrealismo exótico de Mohamed VI-, y roza la maleable línea de la xenofobia al proponer fragatas militares para evitar la arribada masiva de barcas de inmigrantes a las islas y costas del sur de la Bota.
Aquí, mientras, ha descubierto la lacra heteropatriarcal la mismísima Macarena Olona; Dora la exploradora según la chirigota, que fue de tournée a Andalucía a probar suerte con la vena reventona: batacazo al canto... por suerte. Y Vox ficha a Tamames, que también ve la luz cual Saulo de Tarso, pero al otro lado del túnel: cosas veredes, amigo Sancho. Quizá en esto del populismo xenófobo y homófobo -como en otras cosas, como la moda- vamos con un poco de retraso; Italia nos enseña la matrícula. En fin: Roma se la enseñó a todo el mundo.
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