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Tribuna Libre
No recuerdo muy bien todos los detalles, pero algo queda en el disco duro ya que desde que se tomó esta foto hasta hoy han pasado más de quince años y hace once que volví de Chile donde tuve la suerte de vivir por más de una década.
Como era ejecutivo de una multinacional sueca en Chile, teníamos la suerte de ser invitados de tanto en tanto a eventos, unas veces de tipo comercial, otros sociales y otros de tipo deportivo.
El Diario Financiero, el equivalente a nuestro periódico económico color salmón que en esa época en Chile estaba dirigido por mi amigo Carlos de la Rica, otro español expatriado, nos envió una invitación a jugar un campeonato de golf con un almuerzo en un campo de golf a las afueras de Santiago y como definitivamente era más entretenido el plan golfístico que estar tratando de vender máquinas envasadoras en la oficina, no tardé ni un segundo en aceptar la invitación.
El campeonato era en el club Las Brisas de Chicureo, un campo construido a las afueras de Santiago en dirección al norte y está en una zona muy árida rodeado de montañas de piedras y miles de cactus. Uno podría pensar que estás jugando en medio del desierto de Sonora.
Carlos de la Rica ,que es lo más generoso y alegre, me comenta al llegar que aparte de los empresarios y los directivos de siempre, hoy iba a jugar el torneo Carlos Menem, a lo que le comenté: "Carlos, trata de meterme en la partida de Menem y así lo puedo contar en Jerez".
Carlos me comenta que será muy complicado, ya que ha venido con su cuñado, hermano de la ex Miss Universo chilena Cecilia Bolocco, y que había un chorro de gente con las mismas ganas que yo de meterse en la salida de Menem, y en el golf sólo puede haber cuatro por salida, así que lo tenía complicado, sabiendo además que alguno de los representaste de más del sesenta por ciento del PIB chileno estaban participando en este torneo. Me dije: "Imposible".
Así que el torneo transcurrió con la normalidad que yo esperaba con otros tres jugadores que no me acuerdo y con dos kilos de bolas extras en la bolsa ya que suelo perder en el camino unas pocas y es feo pedir una bola a un extraño por mucha confianza que se adquiera en el recorrido de los dieciocho hoyos.
Pero mi sorpresa vino cuando recién terminando el último putt en el 18, veo a Carlos con su sonrisa de siempre, que se me acerca y me dice: "Compadre, lo de la partida con Menem había hasta lista de espera pero en el almuerzo son mesas de ocho y te he puesto a su lado. Total, eres mejor con la charla, el vino y la comida que con los palos de golf así que seguro que ya podrás contar algo cuando vuelvas por Jerez".
Y con Menen en la mesa me tocó, sentado justito a su lado, y otra de las suertes es que de política no se habló, supongo que la idea era pasarlo bien.
En el momento que le dije que era español y además de Jerez, ya el tema fue en torno a los vinos, los vinos del mundo y los vinos de su propia viña en la provincia de la Rioja.
Me llamó la atención su forma de hablar de forma pausada los ojos muy vidriosos y la capacidad que tenía para atender los comentarios y preguntas de los otros siete contertulianos y de vez en cuando hacía unas señas a un señor que estaba detrás suyo que le susurraba algo muy rápido y éste le pasaba una pastilla de un pastillero.
Ha pasado tanto tiempo que desgraciadamente no puedo recordar todo lo que hablamos pero sí recuerdo un hecho que hasta ahora me emociona cuando pienso en ello. Entiendo que por esas fechas mis padres estarían en Chile así que seguramente le hablé de ellos durante el almuerzo. Me despedí en la mesa cuando él se fue, como todos, y luego me despisté por ahí, pasó un rato y cuando vi el séquito que lo seguía hacia la salida, Menem se giró y me vio, paró y se volvió andando hacía a mí, me estrechó las dos manos y me dijo: "Gracias, gran almuerzo y no dejes de mandar cariños de mi parte a Carlos y a Consuelo". (Mis padres)
Y se fue.
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